9 ene 2014

EL TAROT TERAPEUTICO.-invitación.

Estimados pacientes y publico en general que consulta este Blog, a partir de estos primeros meses del año estamos dando un nuevo impulso al TAROT INTUITIVO Y AL TAROT TERAPÉUTICO

Que es el TAROT INTUITIVO Y EL TAROT TERAPÉUTICO?

No es por supuesto un servicio de adivinación que estamos poniendo a su disposición aunque nos gustaría hacerlo en favor de SUS MEJORES EXPECTATIVAS para conocer el futuro.

Es una herramienta psicológica valiosisima para poder interactuar con  nuestra mente, con nuestro interior y mas específicamente con nuestro subconsciente.

Aunque utiliza las famosas cartas del Tarot adivinatorio, el proceso, uso y consulta es completamente diferente al proceso de adivinación que esas cartas proveen a mucha gente.

Respetando mucho ese valioso grupo de cartas (78 cartas) el uso que le damos es el que marco el gran Psicólogo suizo CARL JUNG quien determino y diseño un sistema para conocer y explorar el Inconsciente colectivo, la Psique universal, los arquetipos o perfiles que todos tenemos y que a veces, muchas veces, no conocemos porque no tenemos la habilidad para hacerlo.

Usando el Tarot Intuitivo, exploramos, descubrimos, aprendemos a manejar nuestro interior y hacer fuerte y controlable la INTUICIÓN que todos tenemos. Valiosa herramienta que todos debemos maximizar.

Con el Tarot Terapéutico podemos conocer información valiosa para poder sanar nuestras problemáticas emocionales interiores y por supuesto, conocer la forma y proceso mas sencillo, menos doloroso y mas práctico de llegar a soluciones.

A partir de este articulo, iremos dándoles a conocer información, conocimientos, tips así como los servicios que implementaremos al respecto de estas herramientas.

les invitamos a continuar y seguirnos en este espacio.

HOLISTICA Y TERAPIAS ALTERNATIVAS, S.C.
Alfredo Moreno



AUTOESTIMA PERSONal.-15 PASOS.

ESTIMADAS AMIGAS Y PACIENTES, A LO LARGO DE MI EXPERIENCIA EN LAS DIVERSAS PROBLEMÁTICAS VIVIDAS EN LA ATENCIÓN EN ESTE ESPACIO DE TERAPIAS POR MUCHOS AÑOS, HEMOS RECOPILADO 15 ACCIONES QUE DE APLICARLAS EN FORMA PERSONAL, LES FACILITARAN Y CONTRIBUIRÁN A UN ENORME CAMBIO PARA ACEPTARSE Y AMARSE A SI MISMAS. AQUÍ MI APORTACIÓN:


15 pasos para aceptarme y amarme a mí misma

1.     Quiero abrazar a la mujer que soy, amarme, valorarme y respetarme. No quiero dar importancia a lo que los demás digan u opinen de mí, primero he de complacerme a mí misma y aceptarme tal como soy.
2.     Quiero y debo enfrentarme a mis miedos, pedir ayuda cuando la necesite, porque sé que aunque me valgo por mí misma y soy plenamente autosuficiente, siempre vendrá bien una mano amiga, un hombro en el que poder descansar.
3.     Tengo que empezar a tomar mis propias decisiones y elecciones; puede que me equivoque muchas veces, pero sólo así podré aprender.
4.     Necesito amarme mucho para aceptar aquello que no me gusta de mí y cambiarlo. Por ello necesitohttp://www.todamujeresbella.com/wp-content/uploads/2012/03/feliz.jpg también empezar conocer bien tanto mis derechos como mis obligaciones.
5.     Debo aprender a mimar mi cuerpo y corazón, debo cuidar de mí misma, hablar con mi yo interno para poder tomar las decisiones correctas.
6.     Me propongo tener buenas relaciones con todos lo que me rodean, ser una persona con metas claras y definidas, saber dar luz por mi paso en esta vida.
7.     Soy mujer y eso me da el derecho a ser libre, cambiar todo aquello que no me gusta, y ser feliz. No porque lo dicen los libros, sino porque lo digo yo, por mí propio bien. Necesito ser una sola en cuerpo y alma para lograr el equilibrio en mi persona.
8.     Debo ser consecuente con lo que hago o digo, hacerme respetar en mi trabajo y en mi casa. Se me debe valorar por todo lo que hago. He de conocer e imponer mis propios límites para no tropezar en la vida y saber decir NO. Que lo que yo diga o haga no sea por sentirme obligada, sino porque sale de mí misma hacerlo así.
9.     Soy una mujer que debe aceptar desafíos, ser una mujer honorable y decir cuando no estoy de acuerdo con los que me rodean.http://www.todamujeresbella.com/wp-content/uploads/2012/03/miyo.jpg No tengo miedo a mis palabras, porque sabré ser mesurada y respetuosa, confiando que si respeto a los demás también me ganaré su respeto.
10.  Tengo que decir adiós a mis viejas heridas y sanarlas para recibir lo que la vida me tiene reservada. Si alguien se fue de mi vida, no debo considerarlo como mala suerte sino como un avance en mi vida por la cual todo lo que no sea bueno para mí será apartado y así poder decirle adiós al pasado.
11.  Desde ahora voy a planear mi vida y mi futuro con la convicción de que merezco lo mejor, valoraré mi intuición y actuaré con sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo y hacer lo correcto.
12.  Viviré la vida en forma plena y feliz, sabiendo que nunca habrá quien piense de igual forma a mí y aceptándolo así. Sólo así tratando de ser lo mejor, voy a recibir lo mismo.http://www.todamujeresbella.com/wp-content/uploads/2012/03/dsf.jpg
13.  Buscaré entablar relaciones sanas, que al mirar a quien yo esté entregando mi corazón pueda yo saber sin dudar esa es la persona que me complementa y que necesito.
14.  Ya no tendré dudas en mi corazón, cuando el corazón hable sabré escucharle y eso me hará una mujer sabia que no volverá a caminar por el sendero de la amargura.

15.  Caminaré con una sonrisa en mi rostro y con una buena actitud, pero sobretodo, con la seguridad de que soy una mujer muy valiosa.

CONCEPTUALIZACION DEL CUERPO-MENTE.-otro enfoque.

El cuerpo: enseñar-esconder
El cuerpo: enseñar-esconder.
Hoy vamos a hablar del área 2, según el esquema propuesto por Pichon-Rivière. Me refiero al cuerpo.
Lo primero en que caí cuando preparaba esta intervención fue: ¿Qué cuerpo? ¿Les hablo de mi cuerpo? ¿Del cuerpo de mis pacientes?
Además, es un tema que puede enfocarse desde muchas perspectivas. Cualquier especialista tiene algo que decir sobre el cuerpo: filósofos, sociólogos, biólogos, psicólogos, médicos... Pero aunque pudiéramos reunir todas esas visiones, el todo seguiría siendo más que la suma de las partes.
Mientras pensaba en este tema, me venía a la cabeza la idea de que “el cuerpo lo es todo”, desde dónde vives, sientes, recibes, envías, pero… habría que contar algo más, ¿no?
Las siguientes reflexiones no necesariamente tienen un hilo claro, todo es un tanto “orgánico”, digamos.
Por mi formación médica, me pregunté: ¿Es el cuerpo un conjunto de órganos y sistemas? ¿Es el cuerpo el conjunto de doscientos seis huesos, seiscientos cincuenta músculos y nueve sistemas más interrelacionados entre ellos?… ¿Eso es todo?
Porque muchas de las actividades humanas como pensar, sentir, o planificar no son visibles por los demás a menos que decidamos comunicárselas. O sea, que mientras que las actividades de nuestro cuerpo son públicas o visibles, nuestras cogniciones, deseos o intenciones, sin embargo, permanecen ocultas (si nosotros queremos) al observador. La constatación de esta distinción público/privado en las actividades humanas históricamente dio lugar a la suposición de que tendrían diferente origen. Por un lado el cuerpo sería el soporte de las actividades públicas, visibles, exteriores. Las actividades ocultas como el pensamiento o lo que sentimos, tendrían su origen en la psique, el alma, el espíritu, la mente.
Ese dualismo cuerpo-mente, donde la mente es una sustancia inmaterial que habita en el cuerpo, ha dado lugar a muchas meditaciones, abstracciones que crearon disciplinas que estudiaran el funcionamiento de estas dos caras de una misma moneda. Así llegó a delimitarse lo que era la fisiología (ciencia que estudia el funcionamiento del cuerpo) y la psicología (ciencia que estudia los procesos mentales o los comportamientos).
En el extremo opuesto se planteó otra posición, a finales del XIX, que llevó a neurólogos y psicólogos a abandonar toda distinción entre mente y cuerpo (monismo la llamaron).
Partiendo de esas visiones opuestas, se han ido encontrando diversas síntesis. Por ejemplo, John Searle (1985)propone una solución al problema equiparando la relación entre procesos mentales y cerebro, a la de la digestión con el estómago. También Laín Entralgo (1989) propuso una unidad mente-cuerpo, concluyendo que lo verdaderamente anímico es el cuerpo humano. La relación de la conciencia con el cuerpo es como “la expresión unitaria de una realidad, la humana, que esencialmente es, a la vez, cuerpo y psique”.
Acerquémonos a dos conceptos.
Si hablamos desde un punto de vista anatómico-neurológico nos topamos con el concepto de esquema corporal (Ajuriaguerra, 2000) que se define como “la representación más o menos consciente de nuestro cuerpo, inmóvil o en acción, de su disposición en el espacio, de la postura respectiva de sus diferentes elementos, del revestimiento cutáneo por el que se halla en contacto con el mundo, la piel”. Sabemos además que existen regiones cerebrales concretas encargadas de la construcción de ese esquema corporal (lóbulos parietales, tálamo y el sistema somatoestésico).
Además existe un filtro sensorial que de forma más o menos automática e inconsciente, aunque sometible en parte a la conciencia, condiciona nuestras percepciones del cuerpo. Distorsiones en ese filtraje (situado en los lóbulos parietales) podrían explicar alteraciones perceptivas de pacientes con anorexia, en mujeres normales embarazadas o durante la adolescencia.
Para Pichón-Rivière (1959) “el esquema corporal es la imagen tetradimensional que cada uno de nosotros tiene de sí mismo”. Lo concibe como una estructura social configurando nociones de espacio y tiempo que rige muchos aspectos del vínculo con el otro.
Bergson (2006) se refirió al cuerpo propio como “la única realidad que me permite superar la oposición entre el espíritu y la materia o como una imagen que yo conozco no sólo por fuera, mediante percepciones, sino también por dentro mediante afecciones”.
Dolto (1984) señala que el esquema corporal es más o menos el mismo para todos los individuos de una misma edad que viven en el mismo clima, mientras que la imagen del cuerpo es propia de cada uno porque está ligada a la historia libidinal del sujeto.
La vivencia corporal va transformándose ya que nuestro cuerpo no tiene una apariencia constante y cambia continuamente con los años, por enfermedades, embarazos…
Otra cosa es la mirada estética que se dirige al cuerpo. Fijémonos en cómo el ideal que los seres humanos hacen de su apariencia varía enormemente a lo largo de los siglos, por ejemplo con la valoración de la obesidad (Rubens). Asimismo el género, la edad, la identidad sexual, el color de la piel, las circunstancias del entorno y nuestra adaptación más o menos adecuada a él, condicionan la vivencia que tenemos de la corporalidad.
¿Por qué plantearos todo esto?, ¿por qué mi interés?
Después de este año tratando con médicos y enfermedades orgánicas os diría que para mí toda la medicina es psicosomática. No podemos separar a ese cuerpo/órgano enfermo de su cerebro y su psique. No tener esto en cuenta lleva a la medicina actual, positivista y basada en la evidencia a errores, a no entender el proceso de enfermar de “esa persona”. Para ello, entonces, llaman al psiquiatra/psicólogo. Mientras la dualidad cuerpo-mente se ha visto progresivamente superada por otras disciplinas, la medicina continúa siendo dualista.
Para pensar todo esto de forma un poco ordenada, me he valido del modelo biopsicosocial de integración, que es como define la OMS a la salud o de autores como Pichon-Rivière que con sus tres áreas ya anticiparon lo que hoy es lugar común.
Os introduzco en mi entorno laboral (hospitalario, pacientes sobre todo digestivos…). Un ejemplo de patología digestiva:
-Lo biológico: la serotonina juega un papel esencial en la génesis y evolución de la patología digestiva. Todo el sistema digestivo está bañado por serotonina. El sistema límbico contiene al sistema deglutorio.
-Lo psicológico: rasgos de personalidad como la alexitimia que se han relacionado especialmente con este tipo de patología o, por ejemplo, los estilos de afrontamiento.
-Lo social: factores estresantes crónicos y repetidos, incluso abusos sexuales se han dado como factores que inciden en la evolución de estas patologías.
Pichon-Rivière, con su teoría única de las enfermedades mentales, establece que la principal diferencia que existe entre ellas es el área de expresión de los conflictos, ya sea en la mente, en el cuerpo o en las relaciones con el mundo exterior. Teniendo presente que siempre está comprometida la totalidad de la persona, aunque con el predominio de una de las áreas.
Por ejemplo, un sujeto configura en un momento dado una enfermedad psicosomática con el propósito de “librarse” de la psicosis. Tiene así la gran ventaja, desde un punto de vista social, de que esta enfermedad no aparece incluida en la categoría de alienación. El sujeto que la padece es considerado como un enfermo del cuerpo y no es reconocido como un enfermo mental.
Dado que estamos en un grupo, pensando en grupo, miremos desde un punto de vista social, cuerpo y grupo, cuerpo y cultura…
Mary Douglas (Aguado Vázquez, 2004) dice:
…El cuerpo humano es imagen de la sociedad y, por lo tanto, no puede haber un modo natural de considerar el cuerpo que no implique al mismo tiempo una dimensión social. El interés por las aperturas del cuerpo dependerá de la preocupación por las salidas y las entradas sociales, las rutas de escape y evasión. Donde no exista una preocupación por preservar los límites sociales no surgirá tampoco la preocupación por mantener los límites corporales. La relación de los pies con la cabeza, el cerebro con los órganos sexuales, la boca con el ano expresa los esquemas básicos de la jerarquía. En consecuencia adelanto la hipótesis de que el control corporal constituye una expresión del control social y que el abandono del control corporal en el ritual corresponde a las exigencias de la experiencia social que se expresa. Aún más, difícilmente podrá imponerse con éxito un control sin que exista un tipo de control equivalente a la sociedad. Y finalmente, ese impulso hacia la búsqueda de una relación armoniosa entre la experiencia de lo físico y lo social debe afectar a la ideología. En consecuencia, una vez analizada la correspondencia entre control corporal y control social tendremos la base para considerar actitudes variantes paralelas en lo que atañe al pensamiento político y a la teología.
El dominio sobre nuestro cuerpo es cambiante en función de la sociedad en la que vivimos. En la antigüedad, el cuerpo del esclavo era propiedad del amo. Actualmente, la donación de órganos, el aborto, los piercings y tatuajes, fumar, la homosexualidad, el suicidio (hasta hace muy poco el suicidio estaba penado por la ley y al que se suicidaba se le dejaba sin funeral o sus bienes pasaban al estado)… O por ejemplo la cirugía estética, las atrocidades a las que se someten muchísimas personas que “libremente” deciden practicarse esas intervenciones, porque su cuerpo es suyo.
El tema del autocuidado al propio cuerpo es controvertido, y se ha visto como inmadura esa preocupación excesiva por el cuerpo. Se supone que uno no debería mimarse y se buscan disculpas cosméticas para hacerlo. Por ejemplo, un niño puede acariciarse la parte dolorida de su cuerpo, pero no así un adulto. El adulto tiene que buscar formas más indirectas y enmascaradas de cuidar su cuerpo: utilizar cremas y aceites médicos para masaje o broncearse, actividad en la que socialmente se acepta el permitirse largos periodos de pasividad dejando que el calor juegue con la piel.
En el cuidado de sí mismo está implícito el cuidado materno y se aprecia hoy una asociación entre el tener una apariencia física agradable y el hecho de llevar una alimentación adecuada, tal como las madres lo reiteran a sus hijos en un su momento (incluso en edades avanzadas)… ¿Qué pasa con quien deja de comer? ¿A quien va dirigido ese daño?, ¿a uno mismo? O quien se descuida físicamente… ¿se agrede, se corta, se daña?
Tatuajes, piercings o el daño propio versus el beneficio del que mira.
Maquillajes, vestidos, etc., son un intento de crear un “ideal de nuestro propio cuerpo”.
Se han hecho estudios en donde se preguntaba a personas por la calle por qué vestían esa ropa. Entre las mujeres, algunas contestaban que por comodidad, otras para estar más atractivas y seducir a los hombres y otras para generar una impresión estética favorable; en cambio todos los hombres decían que se vestían así para evitar la desaprobación del entorno, pues la coquetería masculina no esta socialmente aceptada.
Otra. El ser humano tiende a sentir ansiedad cuando se enfrenta a un cuerpo muy diferente al suyo. Por malformaciones, cicatrices, quemaduras, sexo, edad, raza, gordos y delgado. El cuerpo muerto genera también mucha ansiedad y nuestra cultura tiende por ello a evitarnos la visión de cadáveres. Las personas mayores deben enfrentarse a la aceptación progresiva de los signos de su deterioro físico. Las ancianas ven incluso puesta en cuestión su feminidad ante esos cambios. O las mujeres embarazadas que experimentan transformaciones físicas importantes durante un breve periodo de tiempo, pero se adaptan rápidamente a ellas.
También la trama del racismo pasa por ahí. Por ejemplo se explica el temor de un hombre blanco a uno negro por si por empatía o contagio se acabara volviendo negro él también. Se sugiere que “lo negro” evoca prejuicios relacionados con otros conceptos negativos tales como los de diablo, suciedad, antidios… Incluso hay autores que apuntan que los blancos proyectan en los negros todos los sentimientos de suciedad y de aversión hacia su propio cuerpo.
Las actitudes hacia nuestro propio cuerpo juegan un papel importante en las relaciones interpersonales, en la forma en que uno se viste, en el prejuicio racial, en la utilización del espacio de las ciudades y en otros muchos aspectos de la vida humana.
Os voy a comentar para terminar dos viñetas clínicas que giran en torno a lo desarrollado hasta ahora.
Caso clínico 1: El cuidado del cuerpo descuida el de la mente.
Juanma es un hombre de treinta y dos años. Tercero de tres hermanos. Trabaja como periodista. Buena adaptación sociofuncional y sin antecedentes psiquiátricos previos. Buen soporte familiar. Ingresado en oncología por tumor cerebral en estadio irreversible y en cuidados paliativos, pendiente de ciclos de quimioterapia.
Nos realizan interconsulta porque el paciente pide el alta voluntaria “para ir a suicidarme a mi casa” y necesitan una valoración de su estado mental.
El médico insiste en que es necesario para el “cuidado de su cuerpo” seguir una pauta farmacológica, la quimioterapia… Avisan a la psiquiatra. Y yo como psiquiatra me pregunto: ¿Es siempre una idea de suicidio patológica? ¿Hay que darle el alta? Dudas… si realmente hubiera querido suicidarse, ¿lo hubiera verbalizado? O ¿simplemente hubiera pedido irse a casa para estar más cómodo?
Caso clínico 2: El cuidado de la mente descuida el del cuerpo.
Juana es una mujer de cuarenta y siete años. Separada. Dos hijos. Enfermera. Antecedentes referidos de personalidad ansiosa y tratamientos con antidepresivos y ansiolíticos durante años.
Ingresada para estudio de posible trastorno digestivo. Nos realizan interconsulta por bajo peso y dificultades para comer. Durante las entrevistas de valoración se constata clínica compatible con un trastorno de la conducta alimentaria. El médico que asume su patología mental, pretende darle el alta hospitalaria con un índice de masa corporal (IMC) de 13. Pero ¡por debajo de IMC 15 es necesario el ingreso para nutrición forzosa!... pero “como es paciente psiquiátrica…”. Primero planteémonos que llegue a un IMC de 15, y luego ya abordaremos su trastorno mental. Nuevamente el dualismo.
Lo corporal y lo mental están necesariamente unidos aunque intentemos separarlos. Y aquí os traigo expresiones de nuestro idioma que lo ponen de manifiesto de una forma muy viva (Varela y Kubarth, 1996).
Tirarle de la lengua, subírsele a la cabeza, tener horchata en las venas, pegar la oreja, estar hasta los cojones, decírselo en sus propias narices, ponerle los nervios de punta, ir con la frente bien alta, romperle el corazón, no caberle el corazón en el pecho, ser el ojito derecho de..., echar un ojo, comérselo con los ojos, enseñar los dientes, meter la pata, estar en buenas manos.
Todo ocurre en la frontera. Es siguiendo la frontera como se pasa del cuerpo a lo incorporal. Paul Valéry expuso esta idea agudamente en la expresión: “lo más profundo es la piel”.

HOLISTICA Y TERAPIAS ALTERNATIVAS, S.C.

6 ene 2014

EL PUDOR, entender y analizar.

EL PUDOR.
por Raúl Hernández Garrido.

Pudor, vergüenza... Sentimientos que en lo posible intentamos alejar de nosotros.

De los cuales nos repele incluso el recuerdo de aquellos momentos en que nos asaltaron. Y si huimos de la vergüenza, el pudor llegamos a incluso negarlo, hasta el punto de no queremos reconocer que en algún momento podamos haberlo sentido. Intentamos neutralizarlos y usamos todos los medios para asegurarnos de que, bajo ningún concepto, se vuelvan a reproducir. Pero sabemos que en el momento menos esperado, en el menos conveniente, el pudor marcará nuestro rostro sin que lo podamos evitar y la vergüenza, como un demonio implacable, se apoderará de nosotros.

Tanto uno como otro sentimiento se asocian a una respuesta personal, somática y en cierto modo involuntaria –hasta llegar al malestar físico, a la nausea- que sin embargo se regiría de acuerdo tanto con el sistema de valores morales y culturales comunes al grupo social del individuo como por la apreciación que la persona ha tenido de estos a través de su educación. Pero hoy en día, en que esos valores están en crisis, los sentimientos de pudor y vergüenza no parecen tener cabida ni en nuestros hábitos sociales ni en nuestras vidas. En otro tiempo, “morir por vergüenza”, por ejemplo, se llegaba a estimar como algo “honroso” e incluso “heroico”, cuando hoy sólo es concebible como patológico o algo ridículo.

El siglo XX, empeñado en desvelar cualquier secreto, en alejar más y más lejos el horizonte de la Ley para ampliar la extensión de lo permitido, se empeñó también en intentar atenuar el malestar que nos produce la vergüenza y en desterrar para siempre el imposible sentimiento de pudor. Sin embargo la vergüenza pervivió e incluso mantuvo aún cierto carácter heroico -así ocurre, por ejemplo, en los personajes de Beckett.

Heroico en cuanto a gesto ridículo, al que sin embargo se aferra el personaje pese a todo, demostrando así lo absurdo no sólo de nuestro sistema de valores sino también de nuestra existencia.

No tuvo tanta suerte el pudor, que o se desestimó como algo cursi o se repudió como algo pernicioso, ya que lo único que hacía era señalar algo que debió estar ahí, en un antes indefinido –olvidado-; en un antes que ahora sabemos que nunca llegó a darse. Al no existir ya ninguna intimidad no hay nada que soporte el sentimiento del pudor, ya que todo a lo que se le asocia –el honor, la castidad, la inefable virtud, lo sagrado- o bien son conceptos que están en crisis o que incluso se han desvanecido en la nada.

Una vez desvinculado de ese espacio sagrado de lo íntimo y del secreto –espacio que ha sido negado y revelado como falso-, rechazado el valor de la virtud, el pudor molesta, y al igual que ésta última, debe ser desechado, porque “impide” llegar a la verdad. Una verdad última que así mismo se muestra como un engaño. “...con el tiempo, hemos adquirido un pudor que nos impide llegar lejos en las cosas.”

 “Detrás de ese velo hay algo que no hay que mostrar y es en lo que el demonio (...) del develamiento del falo en el misterio antiguo se presenta y se articula y se denomina como el demonio del pudor, y el pudor tiene sentidos y alcances diferentes en el hombre y en la mujer. (...)

Hace alusión al velo que recubre el falo del hombre. Es exactamente lo mismo que recubre la totalidad del ser de la mujer, en tanto de que lo que se trata justamente
es de lo que está detrás; lo que está velado es el significante del falo. Y el develamiento de algo que no mostrará nada más que nada, es decir la ausencia de lo que es develado, es muy precisamente a lo que se refiere Freud a propósito del sexo femenino, a propósito de la cabeza de Medusa, o el horror que representa a la ausencia revelada como tal.”

Tal es la naturaleza del pudor, y por eso, con meticulosidad científica y una enorme desconfianza, a lo largo del ya pasado siglo XX se rechazó y persiguió, ya que era un obstáculo para llegar al fondo de la verdad, para finalmente impedir desvelar que el último secreto sólo lo ocupa la nada.

Pudor y vergüenza.
En el sistema psíquico establecido por Freud, el instinto encuentra una serie de barreras para su libre manifestación, y una de estas resistencias es precisamente la del pudor, que se constituye en una “fuerza represora”, junto con la “moral” y la “repugnancia”. En el 4 desarrollo del individuo Freud sitúa la aparición del pudor (concepto que él encuentra muy unido al de vergüenza) en una instancia posterior a en la que se generan el asco o la repugnancia (que no dejan de ser reacciones somáticas e involuntarias) y previa a aquella otra en que se fragua en el individuo una moralidad que justifique en el individuo cada uno de sus actos de forma responsable y más consciente.

En su teoría evolucionista de la moral para Freud al darse el bipedismo los genitales comienzan a estar expuestos a la mirada. Una primera reacción frente a esa frontalidad de lo genital es la de la repugnancia, ligada a la represión contra el mal olor que se asocia a los excrementos. La vergüenza aparece después, ligada a la exposición a la mirada del otro de la desnudez propia, es decir, de la genitalidad. Y eso nos recuerda cierto pasaje fundamental de la cultura judaica y cristiana, en el que se establece, por primera vez, no el acto de ver (ya establecida de forma contumaz como hecho valorativo – “vio Dios que era bueno”) sino el hecho de ser mirado, de ser objeto de la mirada de otro (en este caso, del Otro).

Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.” Génesis 1

Sobre el Pudor y el Sentimiento de la Vergüenza

Define la vergüenza como algo propio de lo humano porque responde a la doble naturaleza del hombre, entre lo animal y lo espiritual. Como cuerpo, el hombre tiene de qué avergonzarse. Como espíritu, el hombre puede avergonzarse. Pudor y vergüenza se relacionan, e incluso parece que muchos pensadores, y entre ellos los mismos Freud y Scheler, usan uno y otro término de forma indiscriminada.

Importa sin embargo distinguir un sentimiento de otro. Scheler ya señala la posibilidad de que se dé cierta clase de vergüenza sin pudor. Y ésta nacería de la consideración de una vergüenza “objetivizada”, una vergüenza sometida a una norma social, externa, impuesta, y finalmente arbitraria y contingente con el lugar, con la época. Una vergüenza que acaba siendo falsa, impostada, y cuya expresión final es la “mojigatería

”. Y eso ya nada tiene que ver con el pudor, con el auténtico pudor, que aparte de la variedad que pueda presentar en sus diferentes manifestaciones, atendiendo a la diversificación cultural, deberá ser siempre entendido como un sentimiento personal y subjetivo. ¿Está la aparición de la vergüenza más del lado del otro que la provoca con su presencia – con su mirada- mientras que el pudor surge como algo más asociado al individuo mismo que la siente? Vergüenza: ser en la mirada del otro La vergüenza aparece en el momento es que nos sentimos mirados, en que nos convertimos en objeto de la mirada de un otro. Fue en un principio vergüenza de ser mirado desnudo. Nace de la posibilidad de mostrarse, lo cuál supone, dada la reciprocidad del gesto exhibicionista, la posibilidad de mirar. Si hay un límite entre el yo y el otro, la vergüenza constata que ese límite ha sido traspasado.

Para Jean Paul Sartre mi mirada sobre el otro transforma al otro en objeto; pero a su vez ese otro me mira y me constituye a mí mismo como objeto. Pero un objeto en el que se determina un “derramarse interno del universo”, una hemorragia interna del sentido, ya que lo que el yono puede percibir –esto es, reconocerse a sí mismo como objeto- acaba 6forzando al sujeto a reconocerse como objeto en el otro, que a su vez está siendo mirado y por lo tanto siendo objeto –siendo sin embargo ese otro el que me mira y que me convierte en objeto de su mirada-.

Es pues la mirada del otro una mirada capaz de juzgar, y eso provoca o causa la aparición de la vergüenza, en cuanto a que alguien me mira y yo al ser mirado me siento en falta. El sujeto admite su caída, su objetualización, en cuanto que hay otro que le mira, que le capta como objeto, y en tanto a eso hay alguien que puede juzgarle. La vergüenza es sentimiento de caída original, no del hecho de que haya cometido tal o cuál falta, sino simplemente del hecho de que estoy caído en el mundo, en medio de las cosas, y de que necesito la mediación ajena para ser lo que soy. SARTRE, Jean Paul: El Ser y la Nada.

Pero, finalmente, esa mirada, en la que no es posible ninguna mediación (ya que se declara que Dios no tiene lugar aquí), acabará por destruir sus dos polos, ese yo enfrentado a otro con el que no es posible crear ninguna distancia.

El rubor y el pudor

El pudor no sólo es un sentimiento, sino que tiene una expresión fisiológica en el rubor. Si el instinto se manifiesta fisiológicamente en la excitación, en la acumulación de sangre en los capilares de los genitales, en el pudor la sangre se agolpa en el rostro. Y además, en una zona concreta del rostro, en las mejillas, bajo los ojos. El rubor marca algo del signo de la excitación (pero fuera del intercambio sexual), habla de un momento en que hubo goce, que el goce estuvo pero que ya no está, y que sin embargo marcó al individuo. Y lo marca al sacar a la luz el pudor lo más personal del que lo sufre: el pudor le da un rostro o más bien revela lo que hay bajo el rostro.

El rubor es una evidencia fisiológica (pero una evidencia formada no en el instinto sino en el poso de la educación, de la cultura como pacto moral de un grupo social), una evidencia con la que el cuerpo habla, y por eso, quizá, es tan difícil de dominar a través de la voluntad. Es allí donde el sujeto no puede mentir: marca cuál es su personalidad última al marcar su deficiencia más sentida.

El lugar del pudor y el Otro.

Lacan califica en Kant con Sade(Escritos, 2) al pudor como "amboceptivo de las coyunturas del ser". Con ello marca que el pudor está ligado y toma aspectos tanto del lado del sujeto como del lado del Otro. Deforma negativa, "el impudor de uno constituye la violación del pudor en el otro". El pudor es una dimensión en la que el sujeto no se constituye, pero sí se muestra, y en el pudor el sujeto es reconocido y admitido por el otro. Como en la vergüenza, el pudor aparece cuando hay otro, y precisamente el pudor ocupa el lugar donde puede que se daría la vergüenza. Si en la vergüenza el sujeto se da cuenta de que hay una mirada por la que puede ser juzgado, en el pudor el sujeto reconoce su falta y al apuntar con su mirada fuera de ese lugar en el que se inscribe su caída logra apartar la mirada del que le mira.

El pudor supone un entendimiento mutuo entre el que mira y el que se siente mirado, una alianza y un pacto de silencio. No se niega la mirada, sino que se la reconduce hacia un lugar diferente a eso, sabiendo que eso está ahí. Y que eso no debe ser hablado precisamente para que eso exista. Esa desviación de la mirada sólo se puede dar si el otro reconoce otra dimensión para el que se convierte en centro de su mirada que la de ser un simple objeto; si se da el acatamiento de un Otro que dará sentido a ese respeto que implica el pudor. En caso de que no sea así, el sujeto queda expuesto a la mirada del otro como una agresión última que acabará desgarrándolo, ya que lo negará como tal sujeto, lo reclamará como un objeto sin mayor independencia de la voluntad del que mira.

26Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de 9 David; el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está  contigo.» 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. “ LUCAS: Evangelio de San Lucas, Capítulo 1

Si la mirada del otro implica cercanía y simultaneidad, el pudor crea una distancia insalvable, y marca un tiempo que se reclama como diferente. Marca de alguna manera un espacio velado y un tiempo velado: el del mito. Pudor: hombre y mujer.

Freud también define el pudor como una resistencia a entrar en un juego exhibicionista / vouyerista: la resistencia a mostrarse desnudo, la resistencia a mostrarse, más en general. Un problema está en definir si el pudor es un sentimiento femenino o masculino. Freud lo asocia como un sentimiento esencialmente femenino e incluso lo sitúa en cierta fase de la mujer, previa a la fase vaginal, en la que domina el que para Freud es la parte masculina en el sexo de la mujer, el clítoris.

Nietzche distingue un pudor masculino de uno femenino, y marca una preferencia del primero con respecto al segundo, ya que el pudor en el “hombre se vuelve hacia lo anímico”, mientras “el de la mujer apunta hacia el cuerpo”. Derrida, citando a Nietzsche, denuncia el pudor femenino, y afirma la imposibilidad de acceder a ese pudor supuestamente verdadero, que se encuentra siempre condicionado por el quizá. Un pudor que relaciona con el velo en la mujer, siendo, según Derrida, este velo utilizado por la mujer simplemente como un engaño, como una artimaña de seducción. Pues si la mujer es verdad, ella sabe que no hay verdad, que la verdad no tiene lugar y que no estamos en posesión de la verdad. Es mujer en tanto que no cree, ella, en la verdad, y por tanto en lo que ella es, en lo que se cree que es, que sin embargo no es.
DERRIDA, Jacques: Espolones, los estilos de Nietzche.

Scheler afirma que en la mujer y en el hombre existen ambos sentimientos de pudor, el anímico y el corporal, aunque reclama una forma diferente de sentirlos, ya que la mujer, según Scheler, tiene una concepción más cercana por sus vivencias de lo corporal.

¿Existen dos pudores, o ambos son expresión de un mismo sentimiento? ¿Y de qué orden es ese sentimiento? ¿Cómo pudor volcado hacia la conciencia de dignidad se expresa y asimila en términos del “velo que debe recubrir el sexo de la mujer”, o como la conciencia de que si el sexo femenino debe ser velado de la visión del otro no es sino porque es la expresión corporal del orgullo del sujeto? Quizá en el eje de uno y otro extremo esté realmente la clave para entender el pudor.

En el pudor se expresa el cuerpo de la mujer como un lugar en el que se da la caída, en el que la crudeza de lo real se manifiesta. Y el pudor hace referencia al velamiento de ese lugar íntimo en que el sujeto se constituye, un lugar íntimo en el que se vive esa conciencia de la falta y sobre la cuál (sobre su velo) el sujeto defiende su orgullo. Y en cuanto eso, en cuanto orgullo de la falta, orgullo de la individuación, el pudor se puede extender más allá de esta primera apreciación, ligada al cuerpo, y asociada con la castración. Se puede extender como cuidado máximo, como prevención, como un respeto que asegura que no se va a ir más allá de cierto punto en el que empezaremos a sentir el vacío de la nada destruyendo todo valor, toda posibilidad de sentido.

Reinsertando el pudor.

 Difícil tarea la de reinsertar el sentimiento del pudor, precisamente por esa levedad que lo caracteriza: si se habla, si se explicita, el pudor se desvanece. Difícil tarea porque se atenta contra el pudor allá donde el bien social se expresa. El pudor está lejos de lo que se considera hoy como valor socialmente positivo. Los dominios de la satisfacción de cualquier deseo, de un placer ilimitado, parecen estar reñidos con el pudor. Tampoco los integrismos, que desde su defensa de una moralidad estricta se supone que estarían más indicados para permitir ese retorno al pudor, parecen tener la mejor solución para reintroducir este sentimiento. Juan Pablo II en su “Teología del cuerpo” defiende que sólo a través de la castidad se podría superar el pudor y librarnos de la vergüenza, alcanzando un estado previo al de la “caída”.

La 'desnudez' significa el bien originario de la visión divina. Significa toda la sencillez y plenitud de la visión a través de la cual se manifiesta el valor 'puro' del cuerpo y del sexo. La situación que se indica de manera tan concisa y a la vez sugestiva de la revelación originaria del cuerpo, como resulta especialmente del  Génesis 2, 25 ('Y estaban desnudos, el hombre y la mujer, pero no sentían 12vergüenza') no conoce la ruptura interior y contraposición entre lo que es espiritual y lo que es sensible, así como no conoce ruptura y contraposición entre lo que humanamente constituye la persona y lo que en el hombre determina el sexo: lo que es masculino y femenino. JUAN PABLO II: Génesis: La experiencia originaria del cuerpo.

Esto es válido para los que quieren alcanzar un estado de bienaventuranza, un estado que logre trascender el hecho de la diferencia y la agitación y desasosiego que ésta produce, y lleguen a una extraña fusión mística para la que no todos pueden estar preparados. ¿Qué pasa entonces con aquellos incapaces para acceder a este nivel beatífico? El pudor, ¿sigue siendo algo ajeno, lejano, inservible al fin y al cabo, incluso desde este marco que asegura un sistema de valores, en el que lo virtuoso, lo sagrado tienen tanta importancia? ¿Reivindicar entonces el pudor, para qué?

Difícilmente se puede incluso defender la entidad del pudor, su posible validez, cuando el que debería ser uno de sus máximos valedores habla de su superación. Y sin importar que, según la religión católica, cuando la Bienaventuranza se instaló en la Tierra fue anunciada precisamente con el pudor de María, como se lee en el Evangelio según Lucas, arriba citado.

¿Reinsertar el pudor? Nada, a no ser la represión más tremenda, podría reintroducir el pudor de forma extendida y general. Y eso lo único para lo que serviría es para imponer la mojigatería y la hipocresía. Reintroducir el pudor se constituye en una labor personal e íntima, basada en el respeto hacia el otro, en un reconocimiento a su singularidad y a su silencio.

En una cruzada por la que cada uno de nosotros, de forma secreta y callada, deberíamos empeñarnos. Pero, ¿eso es posible? Y en caso de serlo, ¿es necesario? Esto es una cuestión que remite a otra: ¿el orgullo de ser humano es algo necesario? ¿Debemos seguir basando nuestro sistema de valores, y de definición personal, en la escala que da el respeto por el otro, en vez de considerar al otro como un objeto, y como tal, sometido a las leyes de economía que se dan en las transacciones entre objetos?

El pudor en la creación.

Por último, citar brevemente otra forma de expresión del pudor, la del pudor en el texto. Cierto pudor que atraviesa el texto y que afecta tanto al autor como al lector. Por parte del lector, ese pudor señala la posibilidad de leer el texto, de asumir en el texto una capacidad de traer una palabra, y de atender a ello sin eclipsarlo, sin desmontarlo. En leer con cierta inocencia, en asumir que un texto nos puede sorprender y darle la posibilidad de ser escuchado. Por parte del autor, el respeto hacia el mismo texto, hacia el lector, y que requiere cierta humildad del artista con respecto a sus capacidades de creación. Imponiendo así ciertos límites, quizá como los del rabino de Praga con su Golem, sobre cuya frente escribió la palabra EMET, “verdad” para animarlo, bastando borrar la primera letra, E, para que ahora con la palabra MET inscrita el Golem se derrumbara reducido a cenizas.

No es la magia del cabalista la que creó al Golem, sino la palabra, y esa misma palabra, o el reverso de la palabra, independiente al fin y al cabo de la voluntad del creador, muestra que esa apariencia no es sino simple ceniza, porque el Único al que Le está reservado crear vida es Dios. Un pudor que otorga a lo creado cierta autonomía con respecto a la voluntad del artista, que así se manifiesta como no omnipotente porque el acto creador no es sino delegación de otra voluntad, a la que el artista se somete en la misma medida que se someten los objetos creados por el artista. ¿Textos que puedan volver a sostener el pudor? Textos que fueran capaces de ser creídos por nosotros, textos que reconstruirían un sistema de valores que volvieran a tener sentido. Textos con el sabor de la inocencia, pero con el poso del conocimiento.


HOLISTICA Y TERAPIAS ALTERNATIVAS, S.C.