DIVERSOS
ENFOQUES.
ESTIMADOS
PACIENTES Y LECTORES:
Creo
que muchas veces nos hemos preguntado en ciertas situaciones de la vida cuando
pasamos por una etapa en la que las relaciones con uno mismo o con otras
personas se han afectado, que hicimos mal?
O que de lo que fue esa relación se hizo de manera errónea, equivocada o
quizá hasta inacertada y como remediar o salir de ella para no volver a los
mismos errores.
Y
después de tiempo, relamemos nuestras heridas y nos hacemos propósitos de no
volver a cometer esos mismos errores, y nos vamos adelante; tiempo después
aparece el mismo esquema de asuntos no cumplidos, de trato con otros que vuelve
a fracasar y otras vez estamos en esa encrucijada de dudas y de interrogantes
que se nos vienen encima sobre el ¿Qué HICIMOS MAL? Para volver a caer en los
mismo?
Nos hemos
preguntado cual es el esquema o patrón común en ello? Que de lo repetido y
caído y caído es lo que sigue ahí haciéndonos seguir en ese círculo vicioso,
sin que podamos finalmente superar lo vivido amargamente?
Pues
es algo en lo que poco reparamos hacia adentro de nosotros mismos y es la
actitud de vernos con ojos de tranquilidad, paciencia y sobre todo de
PERDON. Si, ese ingrediente tan
importante pero poco utilizado que es él auto invitarnos a soltarnos del asunto
dañino y triste; De deshacernos de ese pasado equivocado y erróneo y de
genuinamente dar pasos en positivo para CURAR NUESTRAS HERIDAS.
El
perdón es un asunto de curación interna que en estas líneas analizaremos y que
con diversos enfoques, hoy les dejamos para su conocimiento y con la pretensión
de sembrar en ustedes, la inquietud del tema.
El perdón no es un simple mecanismo
para liberar de culpa a quien nos ofendió, el perdón es un mecanismo para que
yo sea libre de la amargura que dejó esa acción en mi corazón. Yo puedo decidir
perdonar a alguien, que no está arrepentido de verdad de haberme dañado, porque
mi intención al perdonar, no es que esa persona quede libre de culpa, si no que
yo quede libre en mi interior, que yo tenga paz, que yo pueda vivir bien, que
haya desatado la amarra que me tenía detenido en el puerto.
Es muy importante saber, que el
perdón no exime de culpa al ofensor, sino que libera al ofendido. Usted y yo
necesitamos decidir perdonar, para ser libres de las heridas del alma.
He escuchado muchas veces la frase:
"yo perdono, pero no olvido", y pensamos seriamente que si no
olvidamos, es debido principalmente a que realmente no hemos olvidado, pero
esto también es un error, el perdón no implica nunca que olvidemos todo, el
perdón no produce amnesia, no es indispensable que olvidemos para perdonar,
puedo perdonar y estar consciente del daño que se me hizo, pero he decidido que
ya no me va a afectar nunca más en mi vida.
Hay un punto muy importante es que podemos decidir perdonar, tomamos la decisión de ya no traer al presente las cosas pasadas, incluso nos mantenemos firmes en la decisión de no criticar, ni agredir a la persona que nos ofendió. Sin embargo, no podemos decidir dejar de sentir. Si usted quiere de verdad, que se vaya lejos lo que siente, no depende exclusivamente de usted, pero no es imposible dejar de sentir.
Cuando usted decida perdonar de una
vez a alguien, es indispensable que lo confiese con su boca, no piense en el
perdón, hable el perdón, no importa que usted esté sólo, quizás va en su cómodo
automóvil escuchando música y piense: "si yo necesito perdonar, yo debo
perdonar, yo quiero ser libre de la culpa que otra persona me hizo a mí en su
momento", pero no es suficiente que usted lo piense, hay que confesarlo
con su boca, aunque usted esté sólo en un lugar, que salga de su boca
libremente, hay una marcada diferencia inmensa entre pensarlo y hablarlo; con
nuestra boca tenemos el poder para la vida y poder para la muerte, poder para
atar y poder para desatar. ¡Confiéselo!, cuando lo hablan, sienta esa libertad,
ese peso extra que se va, tal vez acompañado de lágrimas, tal vez acompañado de
tristeza y de llanto, pero finalmente un ser libre.
Los pasos principales para perdonar a alguien son los siguientes, a saber:
Los pasos principales para perdonar a alguien son los siguientes, a saber:
a.. Identifique plenamente la herida
específica que le hicieron, y la persona que se lo hizo.
b.. Decida perdonarla a pesar de lo
que siente en su corazón.
c.. Confiese con su boca ese perdón
aunque usted esté sólo, no tiene que ir a decírselo a aquella persona; lo puede
hacer usted en la privacidad donde se encuentre en ese momento.
d.. Yo podría ir y decirle a
alguien: "te perdono por esto y aquello", y aquella persona decir:
"pues mira si te lo puedo volver a hacer lo repito otra vez".
e.. Recuerde que el perdón no es
para liberar de culpa al otro, sino para que yo sea libre de las heridas del
alma.
f.. Acérquese a Dios y dígale desde
el fondo de su alma: "Señor, yo decido perdonar, quítame lo que siento,
borra de mi corazón estas heridas, dame un corazón nuevo, te entrego el mío,
ven a mi vida Jesucristo a ti te lastimaron profundamente, a ti te dañaron y te
atreviste a decir a tu padre: "perdónalos porque no saben lo que
hacen", ¡Señor, yo te digo hoy perdona a tal persona, porque me lastimó
profundamente, y llévate de mi corazón este amargo sentimiento!, "yo hago
mi parte, tu haz la tuya".
También nosotros hemos lastimado a
mucha gente, con intención o sin ella, hemos herido profundamente el alma de
nuestros seres queridos; hay que pedirles perdón. Las situaciones que
recordamos en las que estamos conscientes que los hemos ofendido, necesitamos
anotarlas, y debemos decirles: "perdóname".
Si usted no puede ir haga uso de una
llamada telefónica, de una carta, de un correo electrónico o de una tarjeta de
disculpa, y dígale desde dentro de su corazón: "yo te lastimé en aquella
ocasión, con esto y con está otra situación, te pido de corazón que me
perdones", si la persona lo perdona o no ese no es problema suyo, usted ya
es libre de ese nudo, que lo tenía amarrado en su corazón. Usted y yo no
podemos decidir que los demás desaten sus propios nudos.
El perdón es un mecanismo para que
nuestro corazón sane de las heridas, para que nuestra alma brille, para que
nuestra vida vaya en aumento, para que usted y yo podamos desarrollar este
potencial que poseemos y que nadie nos puede quitar nunca.
El acto de perdonarse a sí mismo cambia la energía y las estructuras
físicas de tus células y de tu ADN. La culpa es una emoción muy poderosa, misma
que nos empequeñece. La culpa en sí, por decirlo de alguna manera, cierra los
sistemas de energía de tu cuerpo y por lo tanto disminuye y, en casos extremos,
bloquea el flujo de la Energía y el Amor Divinos hacia todo el cuerpo. Como
cada una de tus células tiene conciencia, ellas también pueden llevar la
esencia y la energía de la culpabilidad dentro de ellas, lo cual hace a su
energía más densa. Con esta energía más densa fluyendo a través de todo nuestro
cuerpo y en los núcleos mismos de las células, las enfermedades con las que han
trabajado ustedes en su lucha por lograr el crecimiento espiritual y la luz,
dejan un residuo. Esto sucede aunque ustedes piensen que han sido curados. Este
residuo que permanece en el cuerpo debido a que ustedes no saben perdonarse a
sí mismos actúa como un anteproyecto para la creación de la misma enfermedad o
de una similar. Es posible, sin embargo, que este anteproyecto de energía densa
pueda migrar de una parte del cuerpo a otra.
Así es como funciona. Tú sigues una disciplina espiritual y escoges
trabajar conscientemente sobre una u otra área de crecimiento, o sobre una enfermedad
en particular, o sobre el perdonar a otra persona. Tú haces el trabajo con la
energía y con lo que ves como el trabajo de perdonar; pero al hacerlo, te
concentras más en liberar y perdonar a la otra persona, sin realmente trabajar
en la verdadera cuestión, que es el perdonarte a ti mismo. Muchos de ustedes
están haciendo esto a medias, porque la parte de ustedes que en este momento
está espiritualmente consciente condena a las otras partes por haber estado tan
equivocadas y por haber desperdiciado tanto tiempo. No puedo expresar la
importancia tan grande que tiene el perdonarse a uno mismo, porque este perdón
y esta aceptación de uno mismo son las claves para sobrevivir a los cataclismos
de un mundo turbulento. El perdonarse a uno mismo y la aceptación de uno mismo
tienen una influencia positiva directa sobre el funcionamiento del sistema
inmunológico.
Muchos creen que el acto de perdonarse a sí mismos para mejorar su salud
provoca un conflicto de causas. Ellos creen que solamente perdonarán para mejorar
su salud. Sin embargo, yo les digo que en sí mismo el acto de perdonar, y hablo
especialmente del perdón a uno mismo, los llevará a estar más en contacto con
la luz de su alma, donde no existe un conflicto de causas. La estructura del
Universo es de luz y amor, y para que esa luz y ese amor fluyan hacia los
lugares donde la luz y el amor no llegan, ese flujo debe ser abierto para
convertirse en un flujo mayor. El perdón es una de las cualidades universales
de clemencia que ayuda a desbloquear y así permite que la luz y el amor fluyan.
El acto de perdonarse a sí mismos, y el proceso que atraviesan ustedes en los
niveles físico, emocional y mental, les enseñarán mucho acerca del
funcionamiento de la psique humana. Por lo tanto, los capacitará y fortalecerá
para que puedan abrazar a otros con compasión y auténtico perdón. El verdadero
perdón sólo puede venir de un corazón libre de culpas, de un alma que se han
perdonado realmente y que se encuentra llena de la luz de la aceptación de sí
misma.
Así que, ¿qué es el perdón? ¿Cómo podemos aprender a perdonar, y cuál es
el proceso detrás del perdón? Muchos de ustedes tienen miedo de iniciar el
proceso del perdón porque sus motivos no son muy claros, y entonces sienten que
no están realmente perdonando. Perdonar es escoger cambiar un pensamiento, una
creencia y una emoción con respecto a otras personas y situaciones. Como todo
en el Universo es energía, el perdón también es un proceso de transformación de
energía. Tanto el perdonar como el no hacerlo es una elección. Cuando existe
alguien en su vida a quien ustedes creen no poder perdonar, entonces la energía
de esa persona y de esa situación permanecen dentro de su aura. Esto significa
sencillamente que el perdón es como cualquier otro proceso de auto-curación.
Porque el perdón en sí mismo es un proceso de desenredar aquellas partes
de los cuerpos mental y emocional que se encuentran enredadas en las energías
densas que la situación con la otra persona conlleva. Además de esto, hay
líneas de energía que existen entre cada uno de ustedes y cada una de las
personas con quienes hayan tenido un intercambio alguna vez, sin importar qué
tan triviales hayan sido estos intercambios. En esencia, su aura tiene memoria
genética, y esto es lo que dispara la intuición, déjà vu, y algunas campanas de
advertencia.
Así que cuando ustedes encuentran imposible perdonar a otro, permanecen
energéticamente conectado a esa persona. Por lo tanto, están permitiendo que el
dolor, el abuso y el trauma permanezcan con ustedes. Esto, queridos míos, es
una elección. El perdón no es algo que ustedes pueden o no pueden hacer. Es
simplemente un asunto de elegir cambiar sus pensamientos, creencias e ideas
acerca de una situación en particular o de una persona en su vida.
El perdón es el aspecto más importante de su crecimiento espiritual, y es
el perdón de uno mismo lo que les da a ustedes la llave para lograr la luz de
sus almas. Cuando van a ver a un sanador o a un doctor, en esencia están
tomando parte en la práctica del auto-perdón. Esto es así porque la sanación
activa libera energías que se habían solidificado dentro de su aura, y la
sanación se lleva a cabo con base en una decisión –ya sea consciente o
inconsciente- de perdonarse a ustedes mismos o a otra persona.
Todo es energía en el Universo, así que libérense de la duda con respecto
a la motivación por lo que se refiere al perdón. Muchos de ustedes que ya
llevan algún tiempo en algún camino de crecimiento espiritual pueden ver los
beneficios que se obtienen al traer más luz a su aura y no dudan con respecto a
los motivos para trabajar conscientemente en su aura como energía. Así que,
¿por qué dudan cuando trabajan en otro aspecto del Universo que también es
energía? Lo que cuenta es su intención de vivir en más luz. Los Guías y los
Maestros Espirituales no ven todos los conceptos erróneos de la personalidad;
nosotros sentimos la intención del alma.
En esencia, queridos míos, al no perdonar a otro, al no permitir que su
energía los eje, están permitiendo que el dolor y el abuso continúen. Es tan
sencillo como eso. Así que la única decisión que tienen que tomar con respecto
al perdón es ésta: ¿Estoy dispuesto a dejar ir el dolor y el abuso? ¿O voy a
permitir que esta persona o esta situación me persiga el resto de mi vida?
Además, el acto de perdonar también permite a la otra persona que siga
avanzando, ya sea que se encuentre aún en el medio ambiente de ustedes, en otra
ciudad o incluso en otra dimensión. Cuando ustedes cambian el modelo de energía
que esta persona o este suceso han provocado para que ustedes lo impriman en su
aura, entonces ustedes también liberan a esta persona en un nivel energético.
Mientras ustedes no sean capaces de perdonar y liberar a una persona de
su culpa, o de la responsabilidad de su sufrimiento, esta persona permanece
energéticamente unida a ustedes en uno o más niveles. El perdón crea armonía en
el Universo porque ustedes están dando a la otra persona un pasaporte hacia una
mayor libertad y felicidad. Al hacer eso, ustedes se están comprando un pasaje
de primera clase para un viaje al paraíso.
En esencia, si ustedes han sido violados, abusados física o sexualmente,
o denigrado verbalmente por uno de sus padres, maestros o alguna otra
autoridad, están todavía viviendo como el abusado, el violado y el denigrado
mientras no perdonen y liberen a estas personas y situaciones. Ustedes escogen
vivir su vida con otra identidad si así lo desean. Esto es una elección.
Muchos de ustedes creen que de alguna manea deben conocer a las personas
en un nivel físico para verdaderamente perdonarlos. Esto no es así. Su Ser
Superior también les permite a ellos encontrarse en la situación de ser los
abusadores con el propósito de permitirles su propio crecimiento espiritual.
Aunque esto sea un poco difícil de creer para ustedes, su abusador verdadero
tiene un Ser Superior y un Alma que los ama. Este Ser Superior está consciente
de la falta de perdón por parte de ustedes o de su perdón. Él ayudará al
crecimiento de la personalidad como una respuesta a los cambios energéticos que
ustedes hagan en el proceso del perdón. Así que, aunque ustedes no vuelvan a
verlos otra vez, ellos sabrán –en un nivel más profundo- que ustedes los han
liberado para su crecimiento y su avance. Esto también se aplica a aquellas
personas en su vida a quienes ustedes aún no han perdonado verdaderamente y que
ya no se encuentran enfocados dentro de una realidad física. Estas almas que ya
han pasado a otros mundos y dimensiones pueden muy a menudo volverse más
sensibles en un nivel consciente de la falta de perdón por parte de ustedes
hacia ellos. Uno de los más grandes regalos que pueden dar a alguien que abusó
de ustedes mientras estuvo físicamente presente en la Tierra es el de liberarlo
con alegría y con perdón. Esto le permite avanzar en su crecimiento.
Piensen, queridos míos, que el mundo es un escenario y que USTEDES
escogen a todos los autores y todas las escenas, incluyendo los de su infancia,
antes de llegar. Ustedes, junto con las Almas de sus abusadores y
atormentadores, escribieron la trama juntos. Depende de ustedes el permitir que
la telenovela se repita una y otra y otra vez.
EJERCICIO
Inhala profundamente llevando el aire a tu bajo abdomen y exhala otra vez
como si estuvieras dejando salir todos tus problemas y preocupaciones del día.
Empieza también a respirar lentamente llevando el aire a la parte superior de
tu pecho, e imagínate que la parte posterior de tu cuello se está abriendo,
creando un túnel a través del cual las energías pueden fluir hacia arriba a
través de tu cuerpo hacia el cosmos, y desde el cosmos hacia abajo, a través de
tu columna vertebral hacia tus piernas y tus pies. Esta visualización te
ayudará a fluir con las energías de esencias divinas y creativas.
Luego, visualiza una luz en el centro de tu pecho, que es tu Centro del
Corazón. Ve cómo esta luz se vuelve más y más brillante a medida que continúas
inhalando y llevando el aire hacia la parte superior de tu pecho. Empieza a
abrir tu corazón más y más, permitiendo que mayor cantidad de luz fluya hacia
adentro y hacia afuera de este centro de amor divino. Imagina la luz más bella
que tú puedas visualizar; puede ser blanca, dorada o cualquier combinación de
colores que tú sientas que demuestra el amor que tienes dentro de tu corazón.
Continúa con esta visualización hasta que sientas que has logrado centrarte
dentro de ti mismo y que estás en paz contigo y con el mundo.
Ahora, imagínate que estás sentado o parado en el centro de un triángulo
formado por rayos de luz dorada. Observa cuán brillantes y radiantes son estos
rayos de luz dorada. Date cuenta de que estos rayos son de una vibración más
alta que aquélla a la que tú estás acostumbrado, y siente la energía que te
están transmitiendo mientras te encuentras sentado o parado en el centro de
este triángulo.
Ahora, visualízate a ti mismo y observa los rayos de energía dorada que
están saliendo de tu corazón y que se están uniendo a cada una de las puntas
del triángulo. Ahora eres uno con el triángulo. Coloca en una de las puntas del
triángulo la imagen de alguien a quien amas mucho, y le envías tus deseos de
amor y paz, y siente cómo este amor se refleja alrededor del triángulo. Siente
cómo cada partícula de luz dentro del triángulo y dentro de ti comienza a
resonar con este amor. En otra punta del triángulo coloca la imagen de alguien
o de algo a quien o a lo que le tengas mucho cariño. Puede ser tu mascota
favorita, tu guía, la imagen de un ángel, o tu paisaje predilecto. Usa tu
imaginación. Y permite que la misma resonancia de amor emane de tu corazón
hacia esta esquina, y siente cómo la intensidad de todo el triángulo se eleva
en vibración.
Finalmente, coloca la imagen de alguien a quien aún no hayas perdonado en
la última punta del triángulo, y siente cómo la resonancia del amor fluye
automáticamente hacia esta persona de alrededor del triángulo y desde tu
corazón. Concéntrate una vez más en las primeras dos puntas del triángulo y
permite que la resonancia del amor fluya automáticamente alrededor del
triángulo y convierta así en un triángulo de amor.
Puedes hacer este ejercicio tan seguido como lo consideres necesario. El
propósito de este ejercicio es el de elevar la vibración de cualquier energía
que estés reteniendo en tu aura proveniente de otras personas y situaciones en
tu vida y que tú todavía debes liberar. Este ejercicio es el principio para
descubrir la Maestría; ya que los verdaderos Maestros transforman todas las
energías en luz. Bienvenido al camino de los Maestros.
PERDONARSE A SÍ MISMO
Perdonarse a sí mismo es el aspecto más importante del crecimiento
espiritual. No lo podemos pasar por alto mientras estemos en el camino de la
ascensión desde las energías más densas del temor y la culpa, que son las que
han envuelto a este planeta por muchos milenios. La humanidad lleva
profundamente dentro de sus células la vibración y la frecuencia de la culpa y
la vergüenza, y esto actúa como un muro de dudas entre el ser de la
personalidad y el ser del alma.
Esta vergüenza se originó en el punto en el cual la humanidad empezó a
cuestionar su propio valor y a colocarlo dentro del Universo. Se originó en el
punto en el cual la mente intuitiva se preguntó a sí misma: "¿Quién soy
yo?", tal como se ilustra en la parábola del Génesis. La vergüenza que
ustedes han sentido a lo largo de milenios ha llegado ahora a un punto de
transformación. Se está liberando de la estructura celular y el aura de la
humanidad. Esta vergüenza se originó en los tiempos en que se insertó una
amnesia para que pudiéramos comenzar a ejercer el libre albedrío para crear el
amor como lo hacen los dioses co-creadores.
Les dije que hay sólo dos verdaderas emociones presentes dentro de su
mundo, y que son el amor y el miedo. El amor es la única emoción verdadera, y
se constituye en la piedra fundamental con la que se crea la Luz y toda la
materia. El miedo empezó a existir cuando ustedes empezaron a experimentar una
separación de la Luz y por lo tanto sintieron una separación ilusoria de la
fuente del Amor. A medida que este miedo fue creciendo a través de los
milenios, y de encarnación en encarnación, la humanidad empezó a retroceder y a
recluirse en un rincón de miedo desde donde muchos lanzaron golpes en actitudes
violentas, como defendiéndose a sí mismos de enemigos imaginarios. El verdadero
miedo siempre ha sido: DIOS NO ME AMA, ESTOY SOLO, ABANDONADO; y NO MEREZCO
NADA.
Con estos dos miedos firmemente enraizados, el hombre empezó a inventar
dioses externos a la altura de los cuales tenía que estar, a quienes tenía que
agradar o de quienes tenía que recibir la aprobación para poder ser considerado
digno. Esto ha llevado a las guerras, a la violencia, a creer que existen las
limitaciones y la escasez, la pobreza y la desesperanza en el planeta. Como
resultado de estas creencias, la humanidad se ha preparado para defenderse de
estos enemigos imaginarios que viven dentro de estas creencias. Esto a su vez
los ha llevado a cometer actos de gran crueldad, tortura y tormento en contra
de todas las formas de vida, en contra de su prójimo y en contra de la Tierra
misma. La ilusión de haberse separado de Dios ha creado una atmósfera de miedo que
es muy visible para nosotros los que estamos en los Reinos más Elevados, y que
ha ocasionado que la humanidad se haya perdido dentro de una bruma, o un velo
ilusorio, durante muchísimo tiempo.
Ahora es el momento de comenzar a quitarse estas capas de energías más
densas que están auto-generando el miedo. Tú lo puedes hacer si te colocas en
un espacio donde te perdones a ti mismo. Muchos de ustedes están cargando capas
de vergüenza y miedo dentro de su aura y sus células, y mucha de esta vergüenza
ni siquiera se puede explicar razonablemente, ni a ustedes mismos, porque ha
estado energéticamente metida dentro de ustedes sin una causa aparente.
El primer paso para perdonarse a sí mismo es estar dispuesto a liberarse
de la vergüenza. Significa estar dispuesto a avanzar sin límites ni temores, y
a aceptar que -QUIZÁ- Dios sí los ama y los acepta como hijos de la luz. Esto
significa estar dispuesto a aceptar tu propia divinidad y estar dispuesto a
practicar la compasión contigo mismo. Una vez que has aceptado tu disposición a
hacer estas cosas y que has manifestado tu intención para liberar todo el
dolor, la culpa y la vergüenza de tu ser, entonces tu alma estará apoyada por
las fuerzas más elevadas de luz en el Universo y podrán ayudarte a liberar todo
tu dolor en la Luz. Sin embargo, es necesario que tú manifiestes tu intención
de liberarte para que el Universo pueda ayudarte. Éste es un Universo de libre
albedrío, y si es tu elección continuar en el miedo, entonces no hay nada que
se pueda hacer para ayudarte. El universo siempre fortalece a aquellos que
expresan su intención deliberada.
Desde la perspectiva de los Reinos más Elevados de la Luz, no hay nada
que puedas haber hecho en esta vida, o en otra, que impida a los anfitriones
celestiales y a tu alma darte su amor y su luz, o que haga que ellos te juzguen
o te condenen de alguna manera. Tú eres el único capaz de juzgarte o
castigarte. El amor incondicional empieza con uno mismo, al igual que el
perdón.
No podemos poner suficiente énfasis en cuán importante será en los años
venideros el liberar toda culpa y vergüenza de tu cuerpo, porque los cambios
que se están llevando a cabo en la Tierra activan e intensifican todas las
energías que están presentes. Por lo tanto, si tú te concentras en la belleza,
la paz, la abundancia y la salud, entonces estas cosas aumentarán. Del mismo
modo, si te concentras en el miedo, la pobreza, el peligro y las enfermedades,
entonces estas cosas aumentarán. La misma naturaleza de la materia y las
energías presentes sobre este planeta están cambiando. Las energías presentes
se están volviendo más fluidas y flexibles, y reaccionan más rápidamente a tus
pensamientos y deseos. Por lo tanto, tus pensamientos y tus deseos son capaces
de tener un efecto mayor que el que hubieran podido tener antes. Tú puedes
optar por usar este poder en beneficio de todos enfocándote en lo bueno de tu
vida.
EJERCICIO
Para el proceso de perdonarte a ti mismo es recomendable la práctica de
la meditación diaria, en un lugar donde puedas estar en silencio y no seas
molestado por lo menos durante veinte minutos. Haz que este tiempo sea especial
para ti; toca una música suave y relajante que te guste; quizá quieras encender
algunas velas y prender incienso. Haz lo que tú consideres que te ayuda a estar
en paz y centrado.
Cuando empieces esta meditación, manifiesta tu intención de estar
dispuesto a liberar todo dolor, culpa y vergüenza de tu cuerpo y de tus
sistemas energéticos, y llama a las Fuerzas de Luz en el Universo para que te
ayuden en este trabajo de liberación.
Cierra tus ojos, tranquiliza tu respiración e imagina una luz blanca
dorada brillante que entra en tu cuerpo a través de tu corona. Gradualmente
lleva esta luz, con tu respiración, a cada parte y a cada célula de tu cuerpo,
y visualiza cómo las energías densas y grises son liberadas y limpiadas por
esta luz. Finalmente, agradécete a ti mismo y agradece a la luz por la
transformación que acaba de tener lugar.
ENFOQUE
OBJETIVO:
No es
fácil quizás olvidar las ofensas o los agravios que personas a las que amamos
puedan inflingirnos, de hecho es precisamente contrario al amor y
desaconsejable el olvidar, ya que el olvido significa ceguera y significa no
aprender de los significados de los acontecimientos sufridos o disfrutados de
nuestro pasado.
Pero ¿y
perdonar? Perdonar casi siempre es posible, es bonito es vivificante y nos hace
sentirnos vivos y seres que sabemos vivir las emociones positivas. ¿De qué
depende perdonar? Primeramente de la gravedad del agravio, es más fácil
perdonar una mentira que un insulto y así podemos enumerar un sinfín de
circunstancias de las que mucho más fácil resulta el perdón en algunas que en
otras. Probablemente quien esté leyendo ésto en estos momentos estará pensando
en sus circunstancias personales en las que le ha resultado más fácil el perdón
que en otras.
Las
ofensas graves que lacran la autoimagen del ser amado, que resultan difíciles
de asumir como puede ser la tortura psicológica, física, en fin... la violencia
para resumir, requiere para el perdón una toma de distancia temporal en la que
se aconseja hacer una profunda reflexión sobre si será posible o no perdonar,
pero NUNCA pasarlo por alto, nunca OLVIDAR, puesto que hay ofensas y agravios que
suponen un antes y un después en la relación de Pareja que puede ser peyorativo
incluso continuarla. Cuando se atraviesan ciertos límites que JAMAS deben ser
franqueados como son los ejemplos que de tortura y violencia, es mejor terminar
para perdonar o, como decíamos antes separarse durante un tiempo prudente.
Cada
persona tiene un umbral diferente en su manera de perdonar, hay agravios que
pasan por alto para algunas personas que simplemente no se dan ni por aludidas,
y esos mismos agravios pueden herir profundamente a otras. Es así como es el
ser humano y por tanto al conocer bien a la persona amada podremos saberlo y
por tanto cuidarnos mucho sobre qué limite no podemos traspasar. Pensar en la
susceptibilidad del otro es amor. Y respetarlo también, lo contrario no es
amor, y esto debe quedar bien claro. No hemos nacido para cambiar a nuestro ser
amado, en todo caso para ayudarle a ver las cosas desde otras perspectivas,
pero el tema de la susceptibilidad y del umbral ofensivo, es algo que siempre
debemos respetar.
Muchas
veces, cuando nos encontramos bajo presión, o bien del estrés laboral, o bien
por causas bien conocidas por todos que nos hacen no estar en plenas
facultades, son los momentos en que más riesgo existe de no poder controlar
nuestras palabras, nuestros gestos y nuestra manera de comportarnos cortésmente
y con educación y elegancia hacia nuestra Pareja. Son momentos en que llamamos
desde aquí la atención en que es mejor no poner pasión en nuestra relación de
Pareja, ya que podemos no controlar nuestros impulsos agresivos y podemos meter
mucho la pata. Tal es así, que también es mejor no tomar decisiones
trascendentales para la vida de uno. Pero sobre todo, y ahí es adónde vamos,
son momentos en que es mejor comunicar el estado de ánimo y no dejar al otro
que lo adivine, porque son momentos de nervios en los que la agresividad está a
flor de piel y son tantas ya las veces en que oímos "es que lo paga
conmigo" "le va mal en el trabajo o en lo que sea y viene y me
insulta a mi"..... lamentable, pero cierto y es bastante frecuente.
Es
importante también no dejar nada dentro que pueda resolverse inmediatamente, el
perdón es más fácil, cuando no hay un cumulo de circunstancias perdonables en
nuestra memoria tanto intelectual como emocional. Así que puntualizar
inmediatamente cuando hay algo que nos disgusta es un buen camino hacia el
perdón, cuando el agravio requiere perdonar o abandonar, es decir, cuando es
mayor. Los pequeños agravios y ofensas, han de ser inmediatamente solucionadas,
sin sentirnos redentores por ello, ya que el ser humano no olvida y tiene una
buena memoria emocional y cuando llega el temible momento de una ofensa en
mayor grado, si hay pequeñas que no se han resuelto, es más difícil la
solución.
Una
magnífica fórmula para conseguir perdonar sin rencor es lo primero perdonarse a
uno mismo, muchas veces no podemos perdonar, porque a quien primeramente no
perdonamos es a nosotros mismos y lo que hacemos es "proyectar"
nuestra culpa en el otro sin darnos cuenta. Es como el amor, no se puede amar
si no se parte de un profundo amor a uno mismo, pues lo mismo con el tema de
perdonar, si comenzamos perdonándonos a nosotros mismo, luego nos resultara más
fácil ponernos en la piel de nuestro ser amado, para ver a un ser con miedo, más
que a un terrible torturador y no sacaremos las cosas de quicio.
¿Porque
perdonarnos a nosotros mismos? ¿De qué? Pues de todas y de cada una de las
cosas de las que nos sintamos culpables, porque hay muchas veces que nos
sentimos culpables o pecadores o infringidores de ciertas leyes que existen en
nuestro inconsciente más primario y que tendemos a proyectar en los demás. Son
leyes inculcadas en nuestra infancia por nuestros padres o maestros que a lo
mejor habrían podido ser válidas para ese entonces, pero que hoy día ya no nos
sirven más que para machacarnos continuamente. Si sacamos hacia fuera esos
sentimientos de culpabilidad tan desafortunados y lamentables y nos damos
cuenta que son fórmulas ya caducas de una educación a la que fuimos sometidos,
podremos abrir nuestra consciencia a la hora del perdón con mucha mayor
fluidez, porque el perdón forma parte esencial de cualquier relación intensa,
ya que el ser humano comete errores continuamente y proyecta sus propias
inseguridades y miedos ofendiendo, y sobre todo desagraciadamente a las
personas que amamos.
ENFOQUE
PSICOINTERNO:
Cuando se deja algo del pasado, se
abre la puerta a un nuevo futuro. Hay que tomar ese riesgo. La felicidad,
precisamente proviene de dejar ir, que puede significar dar y estar dispuesto a
recibir. Ya no hay por qué buscar el castigo contra alguien o contra sí mismo.
Cuando no se perdona, se corre el riesgo de cometer actos antisociales. Vivimos
en un país con una gran necesidad de perdón, así lo demuestra la violencia en
que se vive.
Perdonar significa:
Transformar los recuerdos,
Poder apreciar los acontecimientos de otra manera para
comenzar a sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás.
Despojarse de la amargura y el resentimiento, del dolor y el
sufrimiento, para poder:
Establecer relaciones armoniosas y duraderas.
El perdón llega con el tiempo. Así
se puede integrar lo bueno y lo malo de la gente. Si no se perdona, se es
incapaz de alejarse del dolor que la herida produce, aunque haya pasado mucho
tiempo. Por eso hay que perdonar.
La psicoterapia puede y tal vez
debería introducir invariablemente técnicas de perdón. En realidad, el proceso
de conocerse es en gran medida un acto de perdón. Pues saberse humano y falible
implica perdonarse. Con ello se obtiene salud mental. Existen evidencias que
demuestran que el incremento de la capacidad de perdonar trae consigo
mejoramiento en la salud física y mental.
Perdonar implica el surgimiento de
emociones positivas que producen un incremento en el pensamiento creativo.
Dejar ir, desprenderse del pasado por medio del perdón hacia los demás y hacia
uno mismo, hace que surjan nuevas ideas, que nuevas puertas se abran. Perdonar
mejora la autoestima y disminuye la ansiedad o depresión, pues la ira contra
los demás y contra uno mismo tiende a reducirse.
Si se logra cambiar la forma en que
se concibe el dolor, el sufrimiento, quien le ha afrentado y las heridas
sufridas, el sujeto puede o ha perdonado y esta nueva perspectiva acarrea la
felicidad y la aceptación. Precisamente, lograr un buen grado de aceptación
implica perdonarse. Quien perdona acepta a los demás y quien se perdona se
acepta a sí mismo.
“Quisiera perdonarte pero no puedo
olvidar lo que me hiciste y ese daño me ha afectado toda la vida”. Este es un
pensamiento rumiante que incluso pudiera ser el resultado de un proceso
psicoterapéutico inacabado. La falta de perdón tiene que ver muchas veces con
el pasado que se usa como pretexto, con el que se juega para culparse de los
falsos fracasos percibidos. Si no se pasa por el dolor del fracaso, no se puede
perdonar y aun así, puede existir un ir y venir de resentimientos que impiden
que se deje ir lo que supuestamente impidió el logro anhelado.
Pudiera pensarse que solamente se
puede perdonar cuando se está ante el agresor implorando éste perdón. Pero esto
no pasar de un mero deseo, que se produce como consecuencia del resentimiento.
“Quisiera que viniera a pedirme perdón de rodillas”. Esto es algo muy remoto.
Los seres humanos somos muy propensos a justificar nuestras faltas o incluso en
confiar precisamente que el tiempo enmendará nuestros errores. Pero el dolor
puede volver si el perdón no es tan profundo como la herida. La motivación principal
de perdonar se encuentra en los beneficios internos, sobre todo generadores de
salud mental que dicho proceso conlleva. El cliente o paciente debe estar
consciente que debe perdonar para mejorarse a sí mismo.
La identificación con un agresor del
pasado, desplazado en el presente por alguien que se le parece, sometiéndose de
nuevo de manera masoquista a abusos, es una consecuencia de no perdonar los
abusos del pasado.
“Ya pasó…hoy mi vida es diferente y
quiero disfrutarla”. Esta es una actitud que debe profundizarse en el
conocimiento de la propia historia.
La falta de perdón está relacionada
con el resentimiento y la envidia destructiva. Perdonar es una elección de
vida, de tener nuevas oportunidades para disfrutarla. Perdonar implica haber
pasado en una relación. Por un proceso de
Idealización – Destrucción –
Negociación – Perdón
En esta medida, es un proceso
similar al del duelo. De hecho, perdonar implica un proceso de duelo. Muchas
veces no perdonamos a los ausentes por el hecho mismo de haberse ido, de no
habernos visto cuando cambiamos, de no habernos dado una mejor oportunidad, una
mayor confianza. También uno debe perdonarse sus propias ausencias. No seguir
buscando castigo, sino la oportunidad de abrir nuevas puertas. El perdón tiene
alcances sociales. Los grupos en conflicto solucionan sus diferencias y se
integran para soluciones comunes mediante el ejercicio del perdón. Lo que
funciona en el grupo interno de la persona, el perdonar a aquellos que hoy se
encuentran dentro de su psique, funcionara para mejorar las relaciones con el
grupo externo, con quienes se establecen relaciones importantes en todos los
ámbitos.
Existen técnicas para que cada uno
de nosotros logre el perdón y crezca. El sufrimiento que ha de ser aliviado
mediante dichas técnicas psicoterapéuticas tiene que ver con la ira, el
resentimiento, los pensamientos rumiantes, la incapacidad de “dejar ir” y sobre
todo el deseo impotente de perdonar. En general, con todo el enojo que produce
un pasado insuperable, irresistiblemente atrapador, al que se le culpa de los
fracasos del presente. De ahí la importancia de que un proceso psicoterapéutico
ayude a perdonar. En el fenómeno de la transferencia, puede ser que el hecho
que no hayamos perdonado a alguien del pasado, produzca animadversión con una
persona que guarda un parecido en el registro inconsciente con el supuesto
agresor del pasado. Un ejercicio interesante sería identificar resentimientos
con alguien del pasado y ver si esta persona se parece a alguien del presente
con quien llevemos una mala relación. ¿Qué tendríamos que perdonar de aquél
agresor? ¿Eso mejoraría nuestra relación con el personaje del presente?
Persona del Presente
|
Persona del Pasado (Se parece a)
|
Emociones asociadas
|
1
|
||
2
|
En otras ocasiones, el no haber
perdonado a un agresor del pasado, hace que nos enfrasquemos en relaciones
destructivas con personas que se le parecen, en un intento de superar el trauma
causado con este sustituto. Por ejemplo, una ofensa que se ha mantenido en los
resentimientos por parte de algún hermano, pudiera tratarse de re-escenificar
con un personaje que se le parezca en el presente, pudiendo acarrear con ello
un sometimiento masoquista innecesario.
Eliminar el resentimiento y producir
actitudes positivas son las metas terapéutica primordiales en el perdón.
Identificar las reacciones al trauma infligido, como son ira, tristeza,
desesperanza, vergüenza, desilusión. Estos sentimientos pueden ser luego
procesados con el terapeuta en un lugar apropiado. Otra intervención
consistiría en desarrollar empatía hacia el ofensor.
Perdonarse a sí mismo
El remordimiento persistente
solamente puede ser resuelto si uno se perdona por la culpa sentida por haber
hecho u omitido alguna acción que se considera perjudicial o por la vergüenza
de no haber sido alguien a la altura de la imagen ideal que se tiene de sí
mismo.
Perdonarse es desidentificarse con
personas idealizadas o amenazantes. Darse cuenta de que se han librado batallas
inútiles en aras de lealtades primarias (con madre, padre, hermanos) debido a
la necesidad de amor y reconocimiento o al terror que producía perderlos.
El Amor y el Perdón
La falta de perdón produce ira. Ésta
solamente puede ser enfrentada con amor. El amor que se usa para perdonar al
ofensor tiene que ver con la empatía. Hay que tratar de ver al agresor como
alguien que tuvo que llegar a fastidiarnos por algún motivo relacionado con su
propio sufrimiento existencial y tratar de sentir cómo su alma fue siendo
torturada como para llegar a ser un ofensor tan dañino para los demás, para
nosotros. Ser compasivo amplifica la capacidad de perdonar.
La Oración y el Perdón
La oración del padre nuestro
involucra al perdón en relación a que un poder superior nos puede ayudar a
perdonarnos y a perdonar. Implica el cristiano principio de amar a otros como
pudiéramos amarnos a nosotros mismos, en un equilibrio entre el amor por los
demás y el amor por uno mismo. En términos psicoanalíticos, un equilibrio entre
la libido narcisista y la libido objetal, que tiende a regular la agresión
hacia uno mismo y hacia el medio. Desde la visión Cristiana, Dios a través de
Jesucristo, espera que perdonemos a los que nos ofenden para poder ser
perdonados por él.
En la oración. Cada vez que
reconocemos que guardamos rencor y que sinceramente deseamos evitarlo, vamos
bajando la intensidad de nuestro enojo hasta que efectivamente logramos que no
nos afecte. Esto implica una resolución traumática mediante el relato. Los
católicos usan para ello la confesión de los resentimientos. En los programas
de doce pasos, se utiliza el quinto paso en que entre otras cosas contiene la
lectura ante otro y la admisión ante Dios (oración) de los resentimientos
escritos en el cuarto paso.
Consecuencias del Perdón
Haber perdonado cambia la
perspectiva que tenemos sobre la historia de nuestra vida. Esto no significa
que estableceremos otra vez un nexo con alguien que ha abusado de nosotros para
que su abuso se perpetúe. Todo lo contrario, el proceso de perdón implica
precisamente no volverse a someter al abuso, al entender cuál fue nuestro papal
– nunca culpable – en la ofensa recibida. Esto implicará que no existe una
compulsión a la repetición del acto de abuso recibido, en aras de poder
superarlo.
El perdón puede disminuir la ira que
se encuentra asociada a trastornos depresivos (Enright y Fitzgibbons, 2000). Si
se perdona, la queja común en el depresivo acerca de no haber tenido éxito en
la vida o en algunas situaciones debido a la agresión sufrida, se anula y
entonces puede salir la agresión a ser utilizada provechosa y creativamente.
Implica romper la negación sobre hechos traumáticos sufridos, la manera en que
se ha re - escenificado el trauma en papel de víctima por no haber sido capaz
de perdonar. Cuando se perdona realmente, se deja de re – experimentar el hecho
traumático en distintos escenarios.
El resentimiento también puede
llegar a dirigirse hacia un grupo y esto genera prejuicios e intolerancia. Con
el perdón se alcanza la tolerancia. Al perdonar a un agresor que perteneciera a
un determinado grupo identificado, pudiera alcanzarse un perdón general para
todo ese grupo, eliminando prejuicios. Pero lo mejor es el perdón universal.
No haber podido perdonar simplemente
tiene que ver con no haber concebido que el cambio interior que produce el
perdón es más provechoso que el estado de resentimiento e ira, si bien muchas
veces eso es lo que produce acción vital, lo cual no es una incapacidad moral,
sino más bien que no se ha tenido la fortuna de elaborar el trauma y ver al
agresor o a uno mismo como errado, con diferente perspectiva.
ENFOQUE
TERAPEUTICO:
Cuando nos hacen daño la reacción inmediata y lógica es ir
contra quien nos lo hizo; pero esta reacción lógica y natural tiene sus
problemas. A corto plazo, tratas de impedir que el daño continúes; pero si la
acción sigue por mucho tiempo, te puedes ver reflejado en la siguiente
metáfora:
Cuando alguien te hace daño es como si te mordiera una
serpiente. Las hay que tienen la boca grande y hacen heridas inmensas. Una vez
que te ha dejado de morder, curar una mordedura así puede ser largo y difícil;
pero cualquier herida se cierra finalmente. Pero el problema es mucho peor si
la serpiente es venenosa y, que aunque se ha ido, te deja un veneno dentro que
impide que la herida se cierre. Los venenos más comunes son el de la venganza,
el del ojo por ojo y el de buscar justicia y reparación por encima de todo. El
veneno puede estar actuando durante muchos años y, por eso, la herida no se
cierra, el dolor no cesa durante todo ese tiempo y tu vida pierde alegría,
fuerza y energía.
Cada vez que piensas en la venganza, o la injusticia que te
han hecho, la herida se abre y duele, porque recuerdas el daño que te han hecho
y el recuerdo del sufrimiento te lleva a sentirlo de nuevo.
Sacar el veneno de tu cuerpo implica dejar de querer
vengarse, en resumen, dejar de hacer conductas destructivas hacia quien te
mordió. Como te decía, solamente pensando en la venganza el veneno se pone en
marcha. Por eso, si quieres que la herida se cure, has de dejar los
pensamientos voluntarios de venganza hacia quien te hizo daño.
Indudablemente tendrás que procurar que la serpiente no te vuelva a morder; pero para eso no tendrás que matarla, basta con evitarla o aprender a defenderte de ella o asegurarte de que lo que ha ocurrido ha sido una acción excepcional que no se volverá a repetir.
Indudablemente tendrás que procurar que la serpiente no te vuelva a morder; pero para eso no tendrás que matarla, basta con evitarla o aprender a defenderte de ella o asegurarte de que lo que ha ocurrido ha sido una acción excepcional que no se volverá a repetir.
El proceso de perdón no implica el abandono de la búsqueda
de la justicia ni de dejar de defender tus derechos, solamente se trata de no
buscar en ello un desahogo emocional, que implique que la búsqueda de la
justicia se convierta en el centro de tus acciones y que dificulte tu avance en
otros de tus intereses, objetivos y valores.
Es una forma de presentar que el perdón es terapéutico,
resaltando los procesos psicológicos que subyacen y los beneficios personales
que tiene ejercerlo. De esta forma, se ven los efectos que tiene perdonar,
dejando a un lado las connotaciones religiosas sociales, etc. que tiene la
palabra perdón y que pueden hacer difícil entender que puede ser un proceso
terapéutico.
Perdonar es un elemento relativamente nuevo en la terapia,
comienza a introducirse tímidamente en los años 70; pero no es hasta los 90
cuando se empieza a considerar una herramienta terapéutica a tener en cuenta
(Wade y otros, 2008), aunque sus efectos positivos en la persona son
importantes.
Qué es el perdón
Hay consenso en considerar que perdonar consiste en un
cambio de conductas destructivas voluntarias dirigidas contra el que ha hecho
el daño, por otras constructivas.
Algunos consideran que perdonar no solamente incluye que
cesen las conductas dirigidas contra el ofensor, sino que incluye la
realización de conductas positivas (Wade y otros, 2008). Como indica la
metáfora anterior, es preciso dejar de pensar en las conductas destructivas;
pero dejar de pensar en algo voluntaria y conscientemente lo único que consigue
es incrementar su frecuencia (Wegner, 1994). En consecuencia, para perdonar, es
preciso comprometerse, por el propio interés, con el pensamiento de querer lo
mejor para esa persona, aunque sea solamente que recapacite y no vuelva a hacer
daño a nadie o deseando que le vaya bien en la vida, etc.
Si el proceso de perdón se hace adecuadamente, se
modificarán en consecuencia, los sentimientos hacia el ofensor. Aunque algunos
autores consideran que son los sentimientos los que originan las conductas,
desde la terapia de aceptación y compromiso se parte de que los pensamientos,
sentimientos, sensaciones y emociones no condicionan obligatoriamente la
conducta y que lo importante es la modificación de la conducta, que finalmente
llevará a un cambio en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones.
Por eso, perdonar no es contingente con la reducción o cese total de los
pensamientos o sentimientos “negativos”; no es un estado afectivo o una
condición emocional ni una colección de pensamientos y sentimientos; perdonar
es una conducta libremente elegida de compromiso y determinación.
El perdón no es un acto único que se hace en un momento
dado, es un proceso continuo que se puede ir profundizando y completando a lo
largo del tiempo. Por eso se dan varios niveles de perdón (Case, 2005) que se
pueden considerar como una serie de tareas que van completando e incrementando
el proceso hasta llegar al grado más completo de perdón. El primer paso
consiste en dejar de hacer conductas destructivas abiertas y explícitas (como
cesar de buscar venganza o justicia, quejarse a todo el mundo, etc.) o
encubiertas e implícitas (como desear conscientemente mal al agresor, rezar
para que le pase algo malo, rumiar el daño que se ha recibido, etc.). El
segundo nivel es hacer conductas positivas hacia él. Completando el perdón, si
hay respuestas positivas por el perdonado, se puede llegar a restaurar la
confianza en el agresor.
El considerar que hay distintos niveles de perdón, implica
que para entender realmente en qué consiste el perdón terapéutico y hasta donde
está dispuesto a llegar el paciente, sea necesario explicar con detalle el
proceso que se va a seguir para perdonar.
Qué no es el perdón
Debido a que perdón es una palabra muy cargada
ideológicamente, proponer los pacientes que realicen un proceso de perdón puede
llevar a malos entendidos y por ello es necesario discutir con ellos qué es y
qué no es el perdón que se propone. Algunos de los puntos que puede ser
necesario aclarar son los siguientes:
El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación.
Perdonar o pedir perdón son opciones personales que no necesitan de la
colaboración de la otra persona. Sin embargo, la reconciliación es un proceso
de dos. Por ejemplo, el perdón no supondrá nunca restaurar la relación con
alguien que con mucha probabilidad pueda volver a hacer daño.
El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. El olvido es
un proceso involuntario que se irá dando, o no, en el tiempo. Solamente implica
el cambio de conductas destructivas a positivas hacia el ofensor, tal y como se
ha indicado. Hay ideas erróneas asociadas con el perdón como que si se perdona
no se debe acordar o sentirse enfadado por lo ocurrido. Recordar algo es un
proceso automático que responde a estímulos que se pueden encontrar en
cualquier parte y los sentimientos que se tienen no se pueden modificar
voluntariamente, las respuestas que damos cuando tenemos esos sentimientos si
pueden llegar a ser voluntarias. El perdón no supone justificar la ofensa que
se ha recibido ni minimizarla. La valoración del hecho será siempre negativa e
injustificable, aunque no se busque justicia o se desee venganza.
El perdón del que se trata tampoco supone obligatoriamente
levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos. Para
que se dé la reconciliación es preciso que el ofensor realice una restitución
del daño que ha causado, si es posible, o cumpla la pena que la sociedad le
imponga. El perdón consiste en que el que perdona deja de buscar activamente
que se haga justicia y es parco en las consecuencias que busca y, sobre todo,
no intenta obtener una descarga emocional junto con la justicia.
Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de
dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar
cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.
El proceso de perdonar
Cuando perdonar
Si el daño que se ha recibido trasciende el hecho emocional
de sentirse injustamente tratado y lo único que se va a conseguir del otro es
una compensación emocional, el perdón está plenamente indicado. También, cuando
la búsqueda de la reparación se ha convertido en el centro de la vida del
ofendido o interfiere con el seguimiento de otros valores, el perdón le
permitirá poner distancia emocional para tener en cuenta todos los valores que
está dejando de atender.
Hay que tener en cuenta que no se trata de ponerse en riesgo de que el daño se pueda volver a repetir.
Hay que tener en cuenta que no se trata de ponerse en riesgo de que el daño se pueda volver a repetir.
Primera etapa: análisis y
reconocimiento del daño sufrido
El proceso comienza en la fase de análisis de lo ocurrido,
incluyendo en ella el reconocimiento del daño que se ha recibido. Es preciso
reconocer que se ha recibido un daño que duele, y aceptar ese dolor. Se hace de
forma lo más objetiva posible, lo que va a permitir un distanciamiento
emocional y los primeros pasos para entender las motivaciones del ofensor; lo
que constituye un comienzo para construir una cierta empatía hacia el otro que
está en la base del perdón. También han de analizarse con detalle las
circunstancias que han influido para llevarle a hacernos daño, porque una
atribución externa, inestable y específica del daño contribuye al perdón (Hall
y Fincham, 2006) frente a la atribución interna, estable y global que lo
dificulta.
Segunda etapa: elegir la opción de
perdonar
El perdón para la víctima es una buena opción en cualquier
caso. La metáfora del anzuelo que sugiere Steven Hayes, indica de forma clara
cómo el no perdonar a alguien nos coloca en una situación permanente de
sufrimiento y puede ayudar en este proceso:
Quien nos ha hecho daño nos ha clavado en un anzuelo que nos
atraviesa las entrañas haciéndonos sentir un gran dolor. Queremos darle lo que
se merece, tenemos ganas de hacerle sentir lo mismo y meterle a él en el mismo
anzuelo, en un acto de justicia, que sufra lo mismo que nosotros. Si nos
esforzamos en clavarle a él en el anzuelo, lo haremos teniendo muy presente el
daño que nos ha hecho y cómo duele estar en el anzuelo donde él nos ha metido.
Mientras lo metemos, o lo intentamos, nos quedaremos dentro del anzuelo. Si
consiguiéramos meterle en el anzuelo, lo tendríamos entre nosotros y la punta,
por lo que para salir nosotros tendremos que sacarle a él antes.
Si salimos del anzuelo, tendremos cuidado de no estar muy
cerca de él porque nos puede volver a meter en el anzuelo y si alguna vez nos
juntamos, tiene que ser con la confianza de que no nos va a volver a hacer
daño.
Pero no es la opción de no sufrir lo que justifica una
elección, sino una opción basada en los valores de la persona (Hayes y otros,
1999). Hay que tener en cuenta que se trata de valores como los define la
terapia de aceptación y compromiso, es decir, como consecuencias deseadas a muy
largo plazo, y no solamente como valores morales o éticos. Cuando hemos dejado
a un lado esos valores para centrarnos en la venganza y se le hemos dedicado
tiempo y recursos, pueden estar afectadas otras áreas de nuestra vida. Es en
los valores afectados por la concentración en vengarnos en los que tenemos que
encontrar los motivos para elegir perdonar.
Tercera etapa: aceptación del
sufrimiento y de la rabia
El perdón no supone que se rechacen y esté mal tener
sentimientos de rabia, de ira o deseos de venganza, aunque a algunos pueda
parecerles que el perdón lo implica (Wade y otros, 2008). El problema no está
en tener esos sentimientos o pensamientos, sino en actuar dejándose llevar por
ellos en contra de los valores e intereses más importantes en ese momento
(Hayes y otros, 1999). La propuesta de la terapia de aceptación y compromiso
consiste en abrirse a sentir el sufrimiento, la rabia, la depresión y cualquier
pensamiento, sentimiento, sensación o emoción que surja asociado al daño
recibido, sin ninguna defensa; mientras nuestra acción sigue el compromiso con
los valores que en ese momento sean más relevantes (Hayes y otros, 2004).
Si se ha elegido la opción del perdón, para llevarlo a cabo
es preciso aceptar, en el sentido expuesto, los pensamientos, sentimientos,
sensaciones y emociones. La aceptación es un proceso que finalmente lleva al
cambio; pero hay que tener en cuenta que su objetivo no es la extinción del
sufrimiento, sino el compromiso con los valores y el fortalecimiento de la
acción comprometida con ellos.
Cuarta etapa: establecer estrategias
para autoprotegerse
El perdón no implica la aceptación incondicional del peligro
de que ocurra de nuevo el ataque. En el análisis de lo ocurrido hay que incluir
también la consideración de cómo los comportamientos de la víctima que han
podido permitir o favorecer la ofensa. Analizando lo que ha ocurrido, la
víctima se puede dar cuenta de cuáles eran los indicios que indicaban el
peligro, lo que le dará más posibilidades de evitarlo en el futuro.
Quinta etapa: una expresión
explícita de perdón
La expresión explícita del perdón es un paso importante
aunque algunos pacientes puedan pensar que es solamente simbólico y vacío de
contenido. Se pueden articular muchos ritos o maneras hacerlo. Esta acción
explícita no es el final del proceso de perdón, sino la oficialización del
inicio. Hay que tener en cuenta que es preciso volver a repetir el proceso
siempre que sea necesario, ya que el ofendido no está libre de que le aparezcan
de nuevo los, pensamientos, emociones, sensaciones y sentimientos asociados a
la ofensa. Cada vez que surjan de nuevo los pensamientos, sentimientos,
sensaciones y emociones asociados a la ofensa, se tienen que repetir los pasos
que sean necesarios.
El proceso de pedir perdón
Pedir perdón es uno de los elementos fundamentales de muchas
religiones movimientos espirituales por ejemplo, en el cristianismo. Para los cristianos,
Cristo vino al mundo a perdonar los pecados de todos los hombres, ya estamos
perdonados por Dios y solamente hace falta pedir perdón. La petición de perdón
la ha articulado la religión católica en una serie de pasos dentro de la
administración clásica del sacramento de la penitencia: examen de conciencia,
dolor de corazón, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y
cumplir la penitencia. Siguiendo esta pauta, el proceso de pedir perdón
comenzaría en una primera etapa de análisis de lo que ha pasado, de las
circunstancias, motivos y emociones que han concurrido en lo el daño que hemos
hecho y de los efectos que ha causado; para pedir realmente perdón tiene que
haber un arrepentimiento que incluye un dolor por el sufrimiento causado que no
puede quedar solamente en palabras, sino que ha de articularse en acciones
comprendidas en un plan concreto que permitan que aquello no vuelva a ocurrir y
que restituyan el mal realizado.
Profundizando en esta línea y dejando a un lado las
connotaciones ideológicas y religiosas del perdón, desde un punto de vista
terapéutico la petición de perdón se puede hacer siguiendo los siguientes
pasos:
Reconocer que lo que hizo causó daño
u ofendió al otro
No es obvio que el que nos ha ofendido sea plenamente
consciente del daño que ha hecho y del sufrimiento que está teniendo su víctima.
El proceso de reconocerlo supone un acercamiento profundo al otro, con
comprensión y empatía, y un establecimiento de una comunicación que no se
basará en disculparse o evitar las consecuencias o el castigo por lo que ha
hecho. Esto permite al otro expresar su sufrimiento de forma plena. Este
proceso es positivo cuando se hace mientras se va informando al otro de lo
ocurrido.
Sentir de verdad el dolor del otro
Para pedir perdón es preciso ser consciente de que se ha
hecho un daño importante al otro. Ponerse en su lugar y acercarse a sus
sentimientos puede llegar a hacer sentir de verdad el dolor del otro.
Analizar su propia conducta
Para el ofensor, saber cómo y por qué hizo lo que hizo es
interesante en sí mismo. Compartir ese conocimiento con la otra persona es un
paso necesario para avanzar en el proceso de pedir perdón y llegar a la
reconciliación. Hay montones de razones por las que alguien decide hacer algo
que causa daño, ninguna será aceptable para la víctima. En consecuencia, no se
trata de encontrar excusas a sus actos, sino de establecer una base para poder
realizar la siguiente fase: elaborar un plan que impida que vuelva a ocurrir.
Es preciso reconocer también el papel que han jugado las
circunstancias, pero no para quitarse culpas y echárselas a otros.
Definir un plan de acción para que
no vuelva a ocurrir
Definir un plan de acción concreto para que nunca vuelva a
ocurrir y compartirlo con el otro es el siguiente paso para pedir perdón. El
plan puede incluir acciones dirigidas a mejorar las debilidades propias que han
propiciado el daño realizado. Todo el plan ha de hacerse indicando los
objetivos operativos, el tiempo y los medios que se van a dedicar a conseguirlos.
No se trata de establecer solamente buenas intenciones, las acciones han de ser
concretas y se han de establecer los tiempos y los recursos necesarios para
hacerlas. En resumen, es preciso comprometerse con llevar a cabo el plan.
Pedir perdón explícitamente al otro.
Los pasos anteriores han de ser compartidos con el otro y
han de comunicársele para que la petición de perdón sea explícita y llegue al
otro, mostrando que no son palabras vanas, sino que están articuladas en un
plan y en un compromiso de lucha por la relación.
Realizar un acto simbólico en el que se pida perdón al
ofendido es importante para que el perdón quede muy claro.
Restituir el daño causado
Siempre que sea posible, es preciso restituir el daño
causado. No sería de recibo pedir perdón y quedarse con las ventajas que se han
obtenido de la ofensa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario