Da la sensación de que la respuesta sexual de la
mujer se halla mucho más influida por aspectos psicológicos que sexuales.
Decíamos antes que el hombre se excita con poca cosa. La mujer, en cambio,
necesita más alicientes. Lo más frecuente es que dé mucha importancia a los
componentes psicológicos no sexuales que intervienen en la relación. Una mujer
heterosexual, para excitarse sexualmente con un hombre, debe considerarlo
agradable, afectuoso y emocionalmente interesante.
Empecemos por el principio. Cómo es el aparato
genital femenino.
Ovarios:Son las glándulas sexuales femeninas. En ellos se
fabrican las hormonas (estrógenos, progesterona). También se fabrican los
óvulos, las células reproductivas.
Trompas de Falopio: Por ellas pasan los óvulos hasta el útero. Recordemos que se fabrica un óvulo en cada ciclo menstrual.
Trompas de Falopio: Por ellas pasan los óvulos hasta el útero. Recordemos que se fabrica un óvulo en cada ciclo menstrual.
Utero o matriz: Los óvulos pasan a la matriz, donde se
encontrarán (si ha habido cita previa) con los espermatozoides. Si un óvulo se
fecunda, se implanta en la pared de la matriz, donde crecerá el embrión y
posteriormente el feto.
Vejiga urinaria: Recoge la orina, fabricada en los riñones (que no
salen en esta foto). Puede contener hasta unos dos litros de orina.
Uretra: Conducto que lleva la orina desde la vejiga hasta
el exterior.
Clítoris, labio menor, labio mayor, vagina: Se hablará profusamente de ellos en otros apartados.
Clítoris, labio menor, labio mayor, vagina: Se hablará profusamente de ellos en otros apartados.
La vulva
Los genitales externos de la mujer responden al
nombre de vulva. Bien es verdad que este nombre, impecable desde el punto de
vista técnico, tiene poco predicamento. La prueba es que no se emplea como
exclamación soez. Difícilmente oiremos a alguien diciendo “¡Vulva!” como
indicación de asombro, interés o fastidio. Más bien oiremos “¡Coño!” o, con
fines más explicativos que imprecativos, alguno de sus eufemistas ñoñismos
malsonantes (“chocho”, “conejo”, “bizcocho”...)
Monte de Venus, labios menores
El monte de Venus es la parte superior del pubis,
carnoso, normalmente cubierto de pelo. En la vulva, normalmente, vemos los
labios mayores. En la imagen de la izquierda la propietaria los está apartando
un poco para que se vean bien los pequeños labios menores, también llamados
"ninfas" (nombre que, a mí, me parece un poco cursilón). En muchos
casos, los labios menores se ven un poquito sin necesidad de apartar sus
hermanos adultos. Depende de los tamaños. No es problema que se vean un poco.
Cada tipo de vulva tiene su encanto particular. Entre las mujeres de los
hotentotes (zona noroeste de Sudáfrica y este de Namibia) existía la costumbre
de colgar pesos de los labios menores para alargarlos. La apariencia era tal
que se denominaban "el delantal de las hotentotes". Los de la figura
de la derecha son grandes, pero no constituyen ninguna enfermedad ni provocan
ninguna disfunción. Hay chicas que se los operan para que sean más estéticos.
Punto G y
Eyaculación femenina
Descubierto en 1960 por el ginecólogo alemán Ernest
Gräfenberg, la existencia del Punto G ha sido siempre discutida. Al parecer
solamente un 50 % de mujeres poseen este curioso aditamento. Se encuentra en la
parte superior de la vagina, entre 3 y 5 centímetros por encima del exterior.
Al ser estimulado se produce en este punto una discreta erección y, con el
orgasmo, una secreción de un líquido opalino, similar al segregado por la
próstata masculina. Recordemos que las glándulas que provocan esta secreción
son las llamadas periuretrales.
¿Es posible para algún pene acceder a tan delicado
artificio? La respuesta es sí, pero con muchas reservas. Es mejor intentarlo
con la mano, pues pocos penes tienen la articulación necesaria para estimular
hacia arriba tal como la yema de un dedo. La presión debe ejercerse con mimo y
ternura, pues el punto demasiado estimulado puede quejarse. Si el dedo se cansa
o no llega, se puede emplear un estimulador mecánico (de plástico o silicona)
con una forma especial que permita acceder a la zona del inquietante
botoncillo.
Las glándulas periuretrales (situadas alrededor de
la uretra, y con puntos de salida en la vagina) fabrican una secreción clara,
que, en los varones aparece desde el inicio de la excitación, y también en las
mujeres, aunque confundida con la secreción vaginal propia de las glándulas de
Bartolino. Los clásicos sostienen que las llamadas eyaculaciones femeninas no
son sino la expulsión, por la uretra, de secreción periuretral, expelida en el
momento del orgasmo femenino por las contracciones pélvicas que lo acompañan.
La eyaculación femenina no es un fenómeno
frecuente. De hecho, solamente un 50-55 % de mujeres pueden detectar su punto
G. Algunas de ellas comentan que, al estimularlo, alcanza un tamaño entre una
avellana y una pelota de ping-pong. Antes del estímulo se percibe como una
rugosidad, levemente convexa, cuyo tocamiento produce ganas de orinar. Es
prudente vaciar la vejiga antes de llamarle a capítulo, no vaya a mojar de
orina la cama y al resto de sus ocupantes, lo cual estropearía el encanto que
estos momentos deben acreditar.
Clítoris
El clítoris ese curioso adminículo situado en la
parte superior, y cubierto por un capuchón que, por abajo, se continúa con los
labios menores, suele acaparar misterio y morbo a partes iguales. Los varones
que conocen su existencia, suelen adjudicarle un uso prioritario en la
obtención de placer, lo cual no es compartido por la generalidad de las
mujeres.
El clítoris es un aditamento formado por dos
cuerpos cavernosos (elementos constituidos por agrupaciones de vasos
sanguíneos) En su parte anterior encontramos el glande, y es la única porción
que asoma al exterior. El resto del clítoris permanece dentro del cuerpo, a
ambos lados de los labios menores.
El clítoris no es tan pequeño como parece. Lo que
sucede es que la mayor parte del mismo permanece oculta, dentro del cuerpo, en
tanto que solamente la punta asoma al exterior. No es como el pene, vanidoso,
que sale a exhibirse de forma ostensible y arrogante. Vean las dos figuras de
arriba, en las que se expone el diagrama del clítoris, comparado con el pene,
antes y después de su erección.
La longitud completa del clítoris es semejante a la
de su oponente masculino. Las bifurcaciones posteriores se extienden por debajo
de los labios menores, a ambos lados de la vagina, y también son receptivas en
cuanto a producir placer con su estimulación.
En muchas formas de practicar el acto sexual, el
cuerpo del varón aprieta el clítoris, no solamente en la punta sino en toda su
extensión cada vez que se apretuja contra el pubis de la mujer.
En el momento de la erección, la parte del pene que
se hace más voluminosa es la externa. En cambio, el clítoris aumenta de tamaño
en su parte interna. La erección del clítoris puede dar lugar a un aumento en
centímetros tan potente como el de su compañero masculino, pero menos
manifiesto para los espectadores.
Sensible y receptivo, desde el punto de vista
erótico, parece estar creado, únicamente, para dar placer. Todo un detalle.
Cuando Dios creó a la mujer (a partir de una costilla de Adán) se olvidó de
soplar para insuflarle alma pero le concedió un clítoris y la capacidad para
tener orgasmos múltiples.
La Iglesia admitió que la mujer tenía alma hacia
finales del siglo XIX, pero nunca ha acabado de admitir que el clítoris este
ahí únicamente para el gozo y recreo de sus propietarias. Todo se andará.
Acariciar un clítoris es una experiencia de todo punto recomendable, pero no
exactamente cosa fácil. Cuando la mujer empieza a excitarse, el clítoris aumenta
de tamaño, pero también (y mucho más) el capuchón que lo cubre. De ahí que
muchos clítoris queden embozados en esta fase de alegría, con lo que su
apariencia es un tanto imprecisa. Si la mujer no orienta verbalmente en esa
lid, el hombre puede quedar desorientado en su acoso y derribo del eréctil,
pero esquivo, cuerpecillo.
Mujeres hay que, aún habiendo oído y leído acerca
del clítoris, no están muy seguras de donde lo tienen, e incurren en similares
torpezas cuando el pequeño travieso da señales de vida, pero sin mostrarse
(cubierto por su capucha) con suficiente descaro. Habida cuenta de que hay
otras partes de la vulva tan sensibles como el propio clítoris (el capuchón,
los labios menores) la exploración al tacto no resulta suficientemente reveladora.
Hay mujeres que, solas o en pareja, han
fallado estrepitosamente en la búsqueda y captura del interesante artificio. Y
es que el clítoris, aunque muy sobrevalorado, cuesta realmente de hallar a
menos que sea muy prominente. El tamaño de este artilugio es variable, desde
milímetros a varios centímetros. Los más habituales pueden ser evidentes en
fase de letargo, pero quedan perdidos en la espesura apenas se inicia la
fiesta.
Hay mujeres que gustan de aumentar el tamaño del
clítoris mediante el empleo de bombas de vacío, similares a las que usan los
varones para favorecer la erección de un pene vago en cuanto a lograr su tamaño
idóneo.
Como veremos, la excitación sexual de la mujer se
manifiesta por el entumecimiento de clítoris, capuchón y labios menores, con lo
que los dos últimos instrumentos pueden englobar al primero y hacerlo poco
patente. También la excitación provoca humedades y secreción abundante de las glándulas
vaginales y periuretrales. Por otra parte, el clítoris puede reaccionar con
disgusto si se le acaricia directamente. Es muy suyo, y, en muchas mujeres,
delicado. Tocar directamente el clítoris puede causar una sensación de intenso
cosquilleo, agradable y desagradable al mismo tiempo. Es mejor actuar sobre él
a través del capuchón, o con la mano plana sobre los labios menores y mayores,
o acariciándolo “desde arriba” a través del monte de Venus. La lengua bien
húmeda es el órgano sexual que el pequeño clítoris acepta mejor como compañero
de viaje, a condición de que se comporte en forma paciente y tenaz. Como muy
bien respondía un clítoris suspicaz, al ser preguntado por otro clítoris
malintencionado acerca de su relativa sequía en cuanto a placeres.
Todos los clítoris son sugestivos y fascinantes. Un
clítoris pequeño tiene dificultades para descubrirse. Bien es verdad que, en
momentos de excitación sexual, el clítoris se engrandece. Pero (también hay un
pero) el prepucio que lo recubre también se hace más grande y puede llegar a
taparlo.
Es complicado buscar el clítoris cuando no se está
muy seguro de dónde hay que buscarlo. A veces hemos visto parejas perdiéndose
en los recónditos escondrijos de la vulva, sin llegar a detectar el primoroso
dispositivo.
Es importante que la mujer sepa qué es su clítoris,
dónde está, para qué sirve y como se pone en marcha.
Si alguna chica se preocupare por tener el clítoris
grande, que no se apure.Vea los que hemos encontrado en estos grabados. Dos
clítoris de mujeres afroamericanas (hay que ser educados y no llamarlas negras)
y uno en una mujer china. Por cierto, no hay que ser racista en cuestiones de
clítoris.
Un clítoris grande es una particularidad que no
depende de nada concreto. Igual que hay gente alta y baja, penes abrumadores y
mininas exiguas, también los clítoris abundan en muy diversos tamaños y
texturas.
Un clítoris tal que así facilita las
masturbaciones. No olvidemos que el glande del clítoris es muy delicado y
sensible, y que una estimulación demasiado violenta puede irritarlo. Este es un
bello clítoris para solazarlo con la lengua y los labios.
Algunos de estos perversos clítoris parecen
pequeños penes. Curiosamente cumplen una de las funciones del pene: recibir
placer. Al parecer no sirven para nada más. No es que sea poco.
Hay gustos para todo. A base de piercing y tatuajes
de colores, vulvas y clítoris se adornan como si fueran a una fiesta mayor. No
sé hasta qué punto será útil toda esta parafernalia, pero imagino que, si su
usuaria se la ha plantado, algún beneficio sacará. Espero que los anillos de
piercing sean de quita y pon, pues no acabo de ver su inocuidad. En fin, un
pene aposentado entre tanta quincalla debe ser, como mínimo, amante de los
deportes de riesgo.
Himen
El himen es una capa delgada de tejido que oculta
parcialmente el orificio vaginal de algunas chicas y mujeres. Al himen también
se le llama ‘el virgo’ de las mujeres. En la ilustración se ven varios tipos de
himen sin desgarrar. El 10 y el 8 so los ás comunes. permiten el paso del flujo
menstrual con un solo orificio. El 6 y el 11 muestran orificios pequeños. El 7
comunica hacia la vagina a través de varios orificios pequeños. También es una
variante de la normalidad en chicas vírgenes. No vayan a malpensar los muy
malvados que es el himen de Blancanieves tras su convivencia con los enanitos.
La relación entre ‘himen’ y ‘virginidad’ merece
comentarios. Algunos autores consideran ‘virgen’ a la persona que nunca ha
obtenido ningún tipo de goce carnal. Es decir, que no ha tenido relación
ninguna con otras personas ni siquiera se ha masturbado.
Otra forma de considerar la ‘virginidad’ es llamar
así a la ausencia de cópula carnal que comporte introducción vaginal. Así
expuesto sirve igual para mujeres que no han permitido intromisiones en su
vagina, como para hombres cuyo pene no ha accedido al interior de vagina
alguna.
Esta segunda forma es la más generalizada. Encaja
con la plegaria a Nuestra Señora María citada por Anatole France: “Tú que
fuiste madre sin dejar de ser virgen, hazme cesar de ser virgen, sin ser madre”
En sentido jurídico la virginidad puede variar de
unos países a otros. Hay códigos que admiten haber cópula cuando la unión se
realiza por vía anal o bucal.
A veces se habla de ‘virginidad de la vulva’ o ‘del
ano’ o de ‘la boca’ para indicar el orificio empleado (o no empleado) como
instrumento de solaz para los arietes masculinos allí mimados.
Desde el punto de vista forense, la virginidad en
la mujer se diagnostica por la inspección del himen. Algunas personas creen que
el himen es algo así como una especie de cierre completo. No es así. Un himen
sin su hendidura central no permitiría el paso de la menstruación, por lo que
causaría abundantes problemas.
El himen, durante las primeras fases del desarrollo
fetal no existe como tal. La delgada capa de tejido que cubre la vagina en esta
etapa por lo general se abre parcialmente antes del nacimiento. El tamaño y
forma de esta apertura o aperturas varía mucho de una chica a otra. Hay niñas
que al nacer no tienen himen, porque el tejido se divide por completo mientras
están aún en la matriz. A veces esta apertura no ocurre, resultando en un himen
no perforado. El pediatra debe examinar la vulva de la niña recién nacida para
asegurar que su himen se halle perforado.
Los tejidos de la vulva antes de la pubertad son
generalmente muy delgados y delicados. Cualquier actividad que someta a tensión
a los tejidos de la vulva puede estirar o lastimar el himen. Como resultado,
muchas niñas y adolescentes lastiman o dilatan su himen al involucrarse en
actividades físicas como deportes, montar a caballo, insertar y remover
tampones, y mientras se masturban. Una niña puede no saber que esto ha
ocurrido, porque puede haber poca o nada de sangre perdida o dolor durante este
evento. También puede ocurrir cuando es demasiado pequeña para recordar o
comprender lo que ha ocurrido.
La unión carnal origina la laceración de varios
puntos del himen, lo que se acompaña, generalmente, de una pérdida de sangre.
Es frecuente llamar a tal proceso desfloración o desvirgamiento. Desfloración
es una metáfora que considera la mujer virgen como una flor intocada.
Puede ser que el himen no se rompa durante la
desfloración. Hay hímenes con la hendidura grande y elástica, que no llega a
lacerarse. Es un error común, aún en médicos, creer que si un dedo penetra en
la vagina es porque se ha realizado la desfloración. Pero esto no es así en un
elevado número de casos (más del 70 %).
Hay hímenes fáciles de ‘leer’, en tanto que otros
causan la perplejidad incluso a personas experimentadas. Las incisiones que
llegan hasta la base y que están separadas por una hendidura en forma de
triángulo son las más dudosas. ¿Himen intacto escindido o laceración? A veces,
las pequeñas cicatrices que acompañan la hendidura principal son útiles en el
caso de diagnósticos dudosos.
La presencia o ausencia del himen de ninguna manera
indica el estado virginal de una muchacha. Nadie puede determinar por mero
examen físico si una mujer o adolescente ha tenido coito. Solamente alrededor
de un 50% de adolescentes y mujeres experimentan sangrado la primera vez que
tienen relaciones, por lo tanto las sábanas manchadas de sangre no son un
indicador fiable de virginidad previa. El himen de algunas mujeres se rasga en
más de una ocasión. Hay incluso algunos hímenes que son suficientemente
elásticos para permitir a un pene entrar sin rasgarse, o hacerlo sólo
parcialmente. Esto normalmente sólo es verdad si la dilatación ocurre primero
muy gradualmente con los dedos u otros objetos por un periodo extendido de tiempo.
La virginidad es un atributo espiritual, no físico.
El himen no desaparece cuando se inserta algo en la
vagina, sólo se estirará o rasgará lo suficiente como para permitir la entrada
de lo que se esté insertando. Si por ejemplo, una adolescente inserta dos dedos
en su vagina mientras se masturba, su himen aún puede rasgarse al tener coito
por primera vez, ya que un pene promedio es más grueso que dos dedos. Una mujer
que haya tenido sexo vaginal puede tener aún presente tejido del himen; este
tejido remanente puede ocasionar dolor durante el coito. Si la pareja de la
mujer tiene un pene más grande que sus parejas anteriores, o una pareja prueba
una nueva técnica o posición durante el coito, el himen puede volver a
rasgarse, o hacerlo por primera vez. Cuando los médicos examinan a muchachas
preadolescentes y adolescentes para buscar evidencia de abuso sexual, buscan
heridas en el himen; el himen puede permanecer intacto excepto por una sola
herida. Remanentes del himen están normalmente presentes hasta que la mujer da
a luz a un bebé vaginalmente.
El himen puede romperse al cabalgar, al andar en
bicicleta o al realizar un ejercicio brusco por lo que su ausencia no prueba
que la mujer no sea virgen. El himen puede romperse accidentalmente.
Está demostrado que los tampones distienden
progresivamente el himen y acaban ensanchando el orificio. Lo mismo puede
decirse de la práctica regular de la equitación, de la danza o de ciertos
deportes violentos.
Pero también existe la situación opuesta. La
elasticidad del himen es tal que, a veces, permanece íntegro después de varios
contactos sexuales. Es más, hay casos de mujeres embarazadas con el himen
intacto. Por tanto, ni los mismos médicos pueden constatar si una mujer mantuvo
relaciones sexuales en el pasado, posea o no la membrana vaginal.
No se conoce la finalidad concreta del himen.
Algunos expertos sugieren que el cometido del himen no es otro que el de servir
de barrera protectora contra las infecciones durante la niñez. Pero a falta de
conocido provecho biológico, el himen ha adquirido un valor simbólico que sólo
ha servido para discriminar al sexo femenino. En algunas sociedades el llamado
virgo se consideraba un marchamo de garantía de la honra femenina y las recién
casadas estaban obligadas a demostrar en la noche de bodas su virginidad. En la
actualidad, ésta ya no se considera ni un valor ni una garantía de pureza,
salvo en los países musulmanes y entre ciertas etnias, como la romaní (hay que
ser políticamente correctos y no llamarles gitanos) en las que este mito está
profundamente arraigado.
¿Falso himen?
Hay empresas que ofrecen un "himen
artificial" que, colocado a
la entrada de la vagina, se desgarra con la penetración remedando el tacto de
un himen lacerado in situ, al tiempo que destila “sangre” de tramoya en
cantidad adecuada para que el poseedor del pene infractor crea, con orgullo,
que es el primer usuario que circula por los santos lugares.
El engendro es una pieza que debe insertarse una hora antes de los festejos en el lugar pertinente. Con la humedad se hincha y se adapta al espacio que lo arropa. Dicen los entendidos que la vagina es un espacio virtual, que se manifiesta cuando los aditamentos satisfactorios se introducen y aposentan, mutando la virtualidad en realidad.
El engendro es una pieza que debe insertarse una hora antes de los festejos en el lugar pertinente. Con la humedad se hincha y se adapta al espacio que lo arropa. Dicen los entendidos que la vagina es un espacio virtual, que se manifiesta cuando los aditamentos satisfactorios se introducen y aposentan, mutando la virtualidad en realidad.
El himen , en muchas culturas, es una especie de
certificado de garantía, como un cuenta quilómetros que marca cero mientras el
vehículo espera a su primer dueño. Igual que un vendedor de coches usados truca
los contadores de sus tronadas gangas, ciertas señoritas de ingle fácil gustan
de zurcir sus rasgaduras a la hora de aportar sus candidaturas a una boda de
rumbo con algún panoli de postín.
En los países musulmanes un virgo incólume es requisito imprescindible. Ellos no han desarrollado la técnica romaní anteriormente comentada. Es el marido con su palo natural, nada de pañuelos, el que escarba en busca de impedimento, rotura y sangre. Se ve que el truculento “gadget” ha sido descubierto por las mahometanas, las cuales provocan una violenta oleada de paquetes discretos, vía Western Union, que han puesto moscas bajo la nariz de los barbudos burlados.
El prospecto precisa que la membrana artificial y el líquido "no son tóxicas (...) ni tienen efectos secundarios". En las sociedades musulmanas conservadoras sí los ha tenido. Los Hermanos Musulmanes, un movimiento islamista que copa la cuarta parte de los escaños del Parlamento, y buen un puñado de teólogos e imanes se han movilizado en Egipto para que se prohíba el "kit". En El Cairo fue Abdel-Moati Bayoumi, del Centro de Investigación Islámica quien emitió una fátua (edito islámico) que condena a los importadores porque "expanden el vicio y animan a las chicas a mantener relaciones ilícitas al saber que pueden "recuperar" su virginidad". El iman Yussef al Badri exige que aquellos que "vendan el himen artificial sean azotados, encarcelados o expulsados del país para que nadie se atreva a seguir su ejemplo".
Ablación de clítoris
En los países musulmanes un virgo incólume es requisito imprescindible. Ellos no han desarrollado la técnica romaní anteriormente comentada. Es el marido con su palo natural, nada de pañuelos, el que escarba en busca de impedimento, rotura y sangre. Se ve que el truculento “gadget” ha sido descubierto por las mahometanas, las cuales provocan una violenta oleada de paquetes discretos, vía Western Union, que han puesto moscas bajo la nariz de los barbudos burlados.
El prospecto precisa que la membrana artificial y el líquido "no son tóxicas (...) ni tienen efectos secundarios". En las sociedades musulmanas conservadoras sí los ha tenido. Los Hermanos Musulmanes, un movimiento islamista que copa la cuarta parte de los escaños del Parlamento, y buen un puñado de teólogos e imanes se han movilizado en Egipto para que se prohíba el "kit". En El Cairo fue Abdel-Moati Bayoumi, del Centro de Investigación Islámica quien emitió una fátua (edito islámico) que condena a los importadores porque "expanden el vicio y animan a las chicas a mantener relaciones ilícitas al saber que pueden "recuperar" su virginidad". El iman Yussef al Badri exige que aquellos que "vendan el himen artificial sean azotados, encarcelados o expulsados del país para que nadie se atreva a seguir su ejemplo".
Ablación de clítoris
Ciertas culturas, legendarias por el respeto que
sienten por las mujeres, recomiendan cortar el clítoris a las niñas para que,
de mayores, no sientan placer.
Con ello, los varones dominantes creen que las
mujeres no les pondrán los pertinentes cuernos. Los clítoris, presuntos
pecadores, son cercenados en la mayor parte de los países africanos y en
algunos asiáticos. Qué desperdicio.Anualmente, unos dos millones de niñas
corren peligro de ser sometidas a la mutilación genital de la mujer.
Según datos de la UNICEF, la mutilación genital
femenina se practica en muchos países del mundo, como Senegal, Malí, Kenya, Gambia,
Yemen y Omán. Uno de los países donde la práctica es más frecuente es Guinea,
donde el 99% de las mujeres han sido sometidas a la mutilación genital
femenina. También existen informes de que la práctica ocurre en algunas
comunidades de inmigrantes en Europa, América del Norte y Australia.
La ablación forzada del clítoris inflige dolor y
provoca traumas, lo que es aún más grave cuando se lleva a cabo sin anestesia,
que es lo habitual en esas zonas. El empleo de objetos sin esterilizar en la
operación aumenta los riesgos de infección del VIH/SIDA y los problemas de
salud a largo plazo, como las infecciones que pueden provocar esterilidad, la
hemorragia, las menstruaciones dolorosas y los partos potencialmente fatales.
La ablación del clítoris, o clitoridectomía,
consiste en la extirpación cruenta del clítoris, la cual, en los países
africanos suele ser llevada a cabo mediante instrumentos rudimentarios, o
incluso por arrancamiento mediante un imperdible. La infibulación es el cosido
y cerramiento casi total de los labios mayores y menores de la vulva con
diversos materiales: fibras vegetales, alambre o hilo de pescar...
En muchas culturas africanas se considera el
clítoris como un resto indeseable de la personalidad masculina que ha de ser
eliminado del cuerpo femenino Los países africanos islámicos acuden a la
interpretación de algunos versículos del Corán, a pesar de que el origen de
esta costumbre no tiene nada que ver con el Islam. Pero muchos “hombres sabios”
musulmanes africanos se han apuntado a la barbarie y han especificado ,con todo
detalle, desde la conveniencia moral hasta las circunstancias mecánicas de la
intervención. El encargado de la operación puede ser el barbero que podría
emplear la misma herramienta para esterilizar al ganado o para arreglar un par
de sandalias, que para rapar una barba o segar un clítoris.
Las consecuencias de esta operación son infecciones
y hemorragias, que terminan no pocas veces con la muerte. A largo plazo también
puede provocar una retracción defectuosa de la piel que ocasiona una manera
peculiar de andar (pasos cortos y rodillas juntas) muy apreciada por los machos
dominantes. También provoca la incapacidad física de experimentar sensación placentera
derivada del contacto sexual.
De hecho, esta es una de las razones de la
mutilación. Conseguir que las mujeres se mantengan en su papel de “puras” a
base de impedirles la sensación de placer. Esto no es cierto del todo. Las
terminaciones de los nervios que van al clítoris no son arrancadas en su
totalidad, y algunas zonas de piel pueden tener la propiedad de ser excitadas
sexualmente. Claro que no siempre es así. Hay casos en que las terminaciones
nerviosas se hacen dolorosas, y transmiten únicamente sensaciones
desagradables. Estos curiosos efectos sucedían (y suceden, no crean) también
con los eunucos de los harenes, los cuales eran (y son) sometidos a la
emasculación (corte del pene y de los testículos). Algunos de ellos continuaban
teniendo dolor pero, en según qué casos, también queda sensibilidad sexual en
las zonas circundantes al orificio por el que orinaban. Habida cuenta de que la
orientación sexual no depende totalmente de la testosterona (hormona masculina)
muchos eunucos, heterosexuales en sus gustos, se entendían con algunas mujeres
de los herenes, a las que daban placer, no con su inexistente pene, sino con
los dedos y la lengua que Alá (el que más sabe) les había dado.
Para muchas culturas de África y oriente, la
ablación de clítoris es una práctica habitual y, además, muy bien vista. Los
aspectos sociales que ha producido este fenómeno son curiosos, el peculiar modo
de caminar de una mujer infibulada llega a ser considerado como un elemento
estético y es deliberadamente exagerado como podría serlo el contoneo de
caderas de una mujer occidental. La mujer que no haya sufrido la mutilación
posee pocas posibilidades de casarse o, al menos de lograr una integración
social completa. Este hecho es asumido por las propias mujeres como una
característica normal de su entorno y aceptado como la vía adecuada para
insertarse en la sociedad.
¿Orgasmo
clitoridiano o vaginal?
¡Qué mas da! Cualquier orgasmo requiere la
suficiente estimulación, en intensidad y tiempo, de la plataforma orgásmica
(clítoris, capuchón y labios menores). Quien dedique sus afanes a una parte
concreta (clítoris, labios menores...) logrará orgasmo. Quien incite la
plataforma de forma indirecta (masajeando los labios mayores, revolviendo el
monte de Venus, apretando los muslos, apretando todo el pubis sobre un cojín, o
sobre un osito de peluche, o sobre la pierna del novio...) llegará igual.
Durante el acto sexual, propiamente dicho, el negocio es más difícil. Requiere
que los cuerpos de los dos contendientes se aprieten, pubis contra pubis, de
forma que la plataforma orgásmica se sacie de apreturas. También es posible que
mujeres hábiles "cachen" el orgasmo durante el acto sexual,
simplemente apretando los músculos de los muslos y del recto. Algunas
afortunadas (pocas) tienen orgasmos solamente con excitaciones mentales.
Digan lo que digan, pocas veces "el varón
provoca el orgasmo a la mujer". Es la mujer quien lo "captura"
con la ayuda de su compañero.
Aquella famosa frase "no hay mujeres frígidas
sino varones inexpertos" me ha parecido siempre desastrosa. Eleva la mujer
a la categoría de un instrumento musical ("no hay guitarras malas sino
guitarristas inexpertos"). Creo que remeda una frase de San Pablo ("no
hay mujer honesta sino mal trabajada") que también se las trae. Lo
correcto es pensar que si una mujer tiene algún tipo de dificultad sexual, es
ella, en primer lugar, quien tiene que preocuparse por aprender a corregirlo.
No quedarse tendida pasivamente en la cama esperando que el compañero adquiera
experiencia.
Todas, todas las mujeres,
tienen la posibilidad de tener orgasmos. Las condiciones son:
1. Estimulación en el lugar adecuado.
2. De la forma adecuada.
3. Durante el tiempo necesario.
4. Con los componentes psicológicos oportunos.
Estimulación en el lugar adecuado.
El lugar adecuado puede ser cualquiera que, de
forma directa o indirecta, presione la plataforma orgásmica. Veamos los lugares
y las técnicas:
1. Clítoris,
capuchón del clítoris y labios menores. Todas estas zonas tienen una similar
sensibilidad en cuanto recepción de estímulos sexuales. Su importancia queda
reflejada en el hecho de que más del 80 % de las mujeres que se masturban, lo
hacen acariciando estas partes concretas. En la masturbación, las mujeres
mueven uno o dos dedos suave y rítmicamente sobre las zonas sensibles, o bien
aplican una presión rítmica o constante con varios dedos o toda la mano. Harían
bien los hombres en copiar tales maniobras, a la hora de solazar a sus
compañeras.
Es normal que con uno o dos dedos se accione entre
los labios menores, frotando a lo largo para llegar, en cada movimiento, hasta
el clítoris o a su base.También es útil apretar los labios entre pulgar e
índice, de forma rítmica.
En algunas mujeres, estas zonas son excesivamente
sensibles. En estos casos, ellas suelen preferir la estimulación a través del
capuchón del clítoris, es decir, "desde arriba". O bien, la
estimulación a través del monte de Venus, la parte inmediatamente por encima de
la vulva, cubierta por el vello pélvico.
Recordemos que todas estas estructuras están
ligadas al clítoris en su parte anterior y superior, y que, por tanto, su
estimulación actúa indirectamente sobre ese órgano.
Otra técnica, sobre estas mismas zonas, es la
aplicación del estímulo con algún objeto en lugar de los dedos. Más adelante
hablaremos del efecto que un vibrador puede tener en estos casos.
También la presión concreta de los genitales sobre
algún objeto tiene ese efecto. Los cantos de colchones, sillones, o incluso de
mesas, son muy solicitados por las chicas de toda edad que se masturban de
forma discreta mientras parece que se apoyan en los elementos pertinentes que,
si son agudos acceden a provocar la presión sobre el anhelante clítoris..
2. Labios mayores. La presión sobre los labios mayores puede
resultar muy estimulante para algunas mujeres. De todas formas lo normal es
que, cuando se actúa sobre los labios mayores. la fuerza se ejerce de forma
general sobre toda la zona genital. En el fondo de trata de estimular toda la
plataforma. Es factible la apretura sobre onjetos más romos que los cantos
antes mencionados.
3. Presión de los muslos. Es una técnica de masturbación empleada por un
diez por ciento de mujeres. Las presiones afectan a toda la zona genital
(labios mayores, menores, clítoris...)
4. Tensiones musculares. Existen maravillosos orgasmos femeninos
producidos únicamente por la tensión de los músculos de la zona pélvica. Una
hembra boca abajo, moviendo las nalgas rítmicamente hacia adelante y una contra
otra, puede llegar al clímax con relativa facilidad. Algunas de ellas
aprovechan para presionar suavemente sus genitales contra la cama, un cojín o
un muñeco de peluche.
Los movimientos de las nalgas, con tensión considerable
de los músculos glúteos y abductores, imitan los movimientos del varón durante
el acto sexual, y son los mismos que efectúa la mujer cuando se coloca encima
en dicho acto.
Como técnica de masturbación no es tan frecuente
como otras; alcanza al cinco por ciento de mujeres. Pero quienes la
experimentan aseguran que es una de las más gratificantes en cuanto a la
calidad de los orgasmos alcanzados.
5. Los pechos. En gran cantidad de mujeres los pechos, y, muy
especialmente, los pezones, son eróticamente sensibles. La estimulación de los
pechos, por sí sola, no es suficiente para llegar al orgasmo, salvo en algunas
mujeres muy sensibles. Pero sirve de mucho combinar la estimulación de los
senos (acariciándolos, oprimiéndolos con la mano o con el cuerpo,
besándolos...) con la de los genitales.
6. La vagina. La realidad es que solamente existen zonas
erógenas en la parte inicial de la vagina. Más adentro el equipamiento de
"terminales de placer" es escaso o nulo. De ahí que, aunque alrededor
de un 20 % de mujeres se masturben introduciendo dedos u objetos en la vagina,
pocas de ellas dejan de acariciarse, al mismo tiempo, en el resto de los
genitales.
Algunas mujeres tienen sensible el llamado punto G
(por su descubridor, Grafenberg). Se trata, más o menos, de la zona de la
vagina correspondiente al clítoris, por debajo. Para llegar a él se debe
introducir un dedo, preferentemente el medio, en la vagina. Con el pulpejo del
dedo hacia arriba, puede estimularse este punto. No todas las mujeres
reaccionan en este recinto. Lo más práctico es probar, preguntar, y actuar en
consecuencia.
Estimulación
de la forma adecuada
La forma adecuada es la que cada mujer considera
adecuada para ella misma. Si la mujer tiene experiencia en masturbarse, lo
mejor es que comunique al hombre cómo lo hace, o que haga una demostración
práctica.
Hay mujeres que prefieren la estimulación con los
dedos, otras con la lengua, otras seleccionan el frotamiento de los genitales
con el cuerpo del compañero. Los vibradores y las duchas de teléfono (más estas
últimas) son fuente de consuelo para muchas señoras respetables. Pueden
utilizarse también en la relación de pareja.
El acto sexual, propiamente dicho, puede ser una
"forma adecuada" si la mujer ha aprendido a pescar el orgasmo
apretándose contra el cuerpo del hombre en cada movimiento de la penetración y
ejercitando las tensiones musculares antes comentadas. En el caso contrario, el
acto sexual, propiamente dicho, es una de las formas más cansadas e inoperantes
para que las mujeres lleguen al fascinante y reparador orgasmo.
Durante
el tiempo necesario
Aquí si que hay variaciones para todos los gustos.
Es normal que una mujer, masturbándose en
solitario, alcance su orgasmo en periodos relativamente cortos, de uno a cinco
minutos. Pero esa misma mujer, en una relación sexual con compañero, puede
tardar entre quince y treinta minutos en llegar al delicioso final.
Ello es debido a la importancia del
"componente psicológico". En la masturbación solitaria, el componente
psicológico es fácil de controlar por la misma mujer. Bastantes mujeres, una
tercera parte al menos, no manejan fantasías eróticas durante la masturbación.
En cambio, en los varones, las fantasías aparecen en el cien por ciento.
El "componente psicológico" en la mujer,
no es,necesariamente, de naturaleza sexual o erótica. Las lecturas usadas por
los hombres al masturbarse son, con gran preferencia, las de tipo pornográfico.
En cambio las mujeres prefieren novelas románticas.
Otra circunstancia que retrasa la obtención del
orgasmo en compañía, es la voluntad de alargar el acto (para disfrutar más
tiempo). Desgraciadamente, la mayor parte de las veces que el orgasmo femenino
se retrasa, es por la ineficacia de las técnicas que las parejas emplean de
forma habitual en el coito.
Con
los componentes psicológicos oportunos
Los componentes psicológicos, en la sexualidad
femenina, son mucho menos sexuales que los del varón. El hombre reacciona con
presteza a los estímulos sexuales, en tanto que la mujer es más calmada en su
reacción. Para las mujeres, lo más importante es sentirse relajadas,
tranquilas, seguras. Si aprecian urgencias en el varón, pueden quedar
bloqueadas al percibir que ellas no vibran con idéntica rapidez o facilidad.
Por lo tanto, cuando hablamos de componentes
psicológicos no nos referimos a componentes sexuales ni eróticos. El consabido
"período de preparación" en el que las parejas se acarician, antes
del acto sexual, no es (para la mujer) propiamente un periodo de preparación
sexual, sino una manera de transmitir afecto y sexo no exigente.
Las parejas de novios, a la manera clásica, tienen
experiencia en periodos de caricias, besos... antes de llegar a la relación
sexual más íntima. Incluso es frecuente que las caricias, a la larga, incluyan
los pechos y los genitales. Tales caricias (lo que los americanos llaman
"peeting" y nuestros parientes mexicanos "faje") sin
orgasmo o con orgasmo, suelen coincidir con fases de mucho cariño y pasión. De
ahí que acostumbren a ser muy satisfactorias y apetecidas por ambos miembros de
la pareja.
Pero cuando se dispone de más tiempo, junto a los
problemas que la convivencia acarrea, las fases de caricias pueden irse
acortando, lo que no favorece las cosas al perturbar la necesaria relajación de
la mujer. En tales circunstancias, las mujeres perciben como desagradables las
aproximaciones rápidas o las muy evidentes. Hay maridos que ni se acuerdan de
que sus mujeres existen, excepto cuando les apetece sexo.Tales días se ponen
mimosos, o besan a sus esposas en el cuello sin que venga a cuento. Si la mujer,
el resto de los días, no recibe ni el beso de los buenos días, no es extraño
que reciba con desagrado las muestras de afecto que intuye falsas, y que
resultan la señal inequívoca de que el marido ese día quiere juerga.
Fases
de la respuesta en la mujer
Fase de
excitación
Cuando la mujer, en las condiciones psicológicas
adecuadas, empieza a excitarse sexualmente, aparecen cambios en senos y en
genitales. Los pechos aumentan de tamaño, de forma global, y el pezón se
yergue.
Surge el enrojecimiento sexual de la piel, que en
esta fase se vuelve de un color rosa intenso; especialmente desde la parte de
sobre el estómago y los senos.
Se efectúan tensión muscular voluntarias, sobre
todo en las zonas del abdomen y del tórax.
En los genitales se nota una ligera expansión de la
pared vaginal, y entre 10 y 30 segundos después de iniciada la excitación, las
glándulas de la vagina segregan líquido lubrificante. Esta sensación de
"estar mojada" es la primera que perciben muchas de las mujeres
cuando se excitan. La vagina cambia de color, pasando a rosa púrpura.
El capuchón del clítoris se hincha, y el mismo
clítoris se alarga. Recordemos que el capuchón hinchado, en muchas mujeres, no
deja ver el clítoris aunque se haya alargado.
Los labios mayores se separan y elevan. Los labios
menores se hinchan y se expanden.
Aumenta progresivamente frecuencia cardiaca y se
eleva la presión arterial.
Fase de meseta
Si la excitación persiste y aumenta, se llega a la
fase previa al orgasmo.
En esta fase, sigue aumentando la turgencia del
pezón, así como el tamaño global de los pechos.
El enrojecimiento puede extenderse a todo el
cuerpo, siendo más evidente entre los pechos y los muslos.
Las contracciones faciales, abdominales e
intercostales también aumentan, unas de ellas voluntarias y otras espontáneas.
En el recto suelen producirse tensiones voluntarias encaminadas a aumentar la
intensidad de la excitación.
La respiración se agita, pasando de las 20
inspiraciones normales hasta un promedio de 30 por minuto. La frecuencia
cardíaca aumenta hasta 175 pulsaciones por minuto, como en los corredores de
Fórmula 1 al tomar una curva peligrosa. La presión arterial aumenta hasta 6
puntos en la máxima y 2 en la mínima.
El clítoris se eleva y se retrae hacia atrás. Sigue
siendo difícil detectarlo con precisión.
La "plataforma orgásmica" se desarrolla,
con un claro abultamiento de los labios mayores y menores. Estos últimos pasan
a un color rojo vinoso oscuro, y su aumento de tamaño alarga entre 3 y 5
centímetros el canal vaginal.
Fase de orgasmo
En el momento de acercarse el orgasmo, el
enrojecimiento aumenta en relación a intensidad de la excitación.
Apenas se inicia el orgasmo, la mujer sufre una pérdida
del control voluntario muscular. Contracciones y espasmos aparecen en los
músculos de todo el cuerpo, y muy especialmente en los de la zona genital.
Asimismo se contrae el esfínter rectal, con sacudidas involuntarias.
El ritmo respiratorio aumenta hasta 40
inspiraciones por minuto, el doble de lo normal en reposo. El ritmo cardiaco se
incrementa hasta 180 latidos / minuto.
Coincidiendo con el orgasmo, se presentan unas
cuantas contracciones de la plataforma orgásmica, de 5 a 12 veces, así como del
útero. El fin de estas contracciones marca el final del orgasmo.
Fase de
resolución
Una vez alcanzado el orgasmo, se produce una vuelta
a la normalidad. Hay una rápida disminución de la tumefacción mamaria y de la
erección del pezón, así como del enrojecimiento.
La tensión muscular disminuye también, aunque más
lentamente.
Se normaliza la respiración, el pulso y la presión
arterial.
Hay una rápida perdida de tumefacción en plataforma
orgásmica, en tanto que el clítoris pasa a posición normal unos 10 segundos
después del orgasmo.
También se produce el retorno al tamaño normal de
labios mayores y menores, con cambio de color al rosado habitual.
La diferencia más notable con respecto al hombre,
es que NO HAY PERIODO REFRACTARIO, por lo que, si las condiciones son
adecuadas, puede haber reexcitación rápida. Si la mujer ha quedado satisfecha y
su tensión sexual se ha liberado por completo, es probable que no desee
excitarse otra vez. Pero nada se lo impediría si así lo desease.
¿Un orgasmo o
varios?
De acuerdo a lo que decíamos en el parágrafo
anterior, las mujeres tienen capacidad para tener orgasmos múltiples en una
sola sesión. La mayor parte de ellas se sienten satisfechas con un solo
orgasmo, pero podrían ser reexcitadas al carecer de periodo refractario.
En algunas de ellas se producen contracciones
orgásmicas en número muy superior a las doce que antes citábamos como
habituales. Al hablar de estas experiencias pueden citar "orgasmos
repetidos, hasta más de cien". Es probable que se trate de un solo
orgasmo, aunque -eso sí- muy largo y ostentoso.
HOLISTICA Y TERAPIAS ALTERNATIVAS, S.C.
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